Yo que soy un pardillo pensaba que desde los tiempos de “La cabaña del tío Tom” de Harriet Beecher Stowe y la abolición de la esclavitud eso de trabajar gratis era considerado como una cosa i
nmoral que no se podía aceptar pero está visto que lo de la moralidad no se lleva demasiado entre los neoliberales que se llevan hoy en día. Soy de los que cree que el que dobla el espinazo ha de recibir un salario justo y digno que le permita subsistir de una manera decente por aquello que antes se llamaba dignidad, respeto y orgullo. Esas palabras que hoy en día suenan como a chino arcaico y que la RAE acabará a este paso desterrando del diccionario. Vivimos en los tiempos de los listillos que se aprovechan para conseguir sus esclavos de que un puesto de trabajo va cotizado como una mina de Oro. Hemos subido a la máquina del tiempo y estamos casi en los tiempos de la industrialización en los que el patrón se valía de la miseria del “currante” para someterlo sin pagarle más que una limosna, a veces (¿exagerado? No creo). Se ha perdido el respeto en las relaciones laborales y puede que esto sea uno de los males que está corroyendo esta sociedad medio podrida. Pero también puede que haya ayudado una reforma laboral en la que se han aniquilado de un plumazo derechos que tardaron siglos en conseguirse y que hemos cedido porque nos han hecho creer que debíamos vivir en un país peor que el de nuestros padres. Nos creímos que debíamos sacrificarnos para salvar a los opulentos, porque no olvidemos que segun el Banco de España el 1% de la población tiene ya el 20% de la riqueza (y subiendo), y la desigualdad sigue creciendo sin que nadie haga nada ni nosotros intentemos frenarlo.¿El resultado? En este país, desde el inicio de este gran fraude que llamamos crisis, continúan aumentando los trabajadores que ingresan una miseria mensual mientras sólo se recuperan las rentas altas.
El otro día el Banco de España nos ilustró con un informe de Perogrullo llamado «Encuesta Financiera de las Familias» en el que decían que los jóvenes, los que se suponen que han de tomar relevo del solar social que dejaremos, son los más perjudicados de este gran robo que ha supuesto la reforma laboral. Son, sobre todo, personas entre 26 y 34 años que necesitan intentar arrancar una vida de una forma más o menos decente los que ven como la idea de salir de casa de los padres se aleja en el horizonte.
Aunque también es verdad que los salarios ruinosos ya no son cosa de jóvenes que buscan hacer algo para sacarse “cuatro duros”. La situación que padecemos nos obliga a todos a aceptar, en muchos casos, los remos en las galeras de Ben Hur
porque «la cosa esta mú mal». Trabajos por un sueldo más que insultante y sin ningún tipo de estabilidad que no se atreverían ni a proponer a nuestros abuelos por si se liaban a collejas con el explotador. Todo ello sin que por parte del gobierno se haga otra cosa más que callar, mirar hacia otra parte, escuchar a los psicopatas de FMI que piden más carnaza y meterse con los que sostienen como pueden a las familias, los pensionistas. No olvidemos que nuestros gobernantes y aspirantes a ello son cómplices del expolio porque simplemente forman parte de él, es el juego de poderes y puertas giratorias que pagamos todos. Como la última, la del director de la Guardia Civil transformado en consejero de Red Eléctrica.
En el Gobierno nos dicen que estamos saliendo del hoyo, que el empleo empieza a crecer y hasta que acabaremos empedrando la calle con lingotes de orosi se presenta pero la realidad es muy distinta. La tasa de paro es insostenible sin que valga ya para ocultarlo el cambalache de números a los que nos tienen acostumbrados. No sólo el número de parados continua rozando la indecencia sino que demasiados de los que trabajan no consiguen siquiera salir de la pobreza porque
han visto como sus salarios se han devaluado tanto que en el mejor de los casos ya no les permite ahorrar ni un céntimo para imprevistos. Es la nueva cara de la pobreza que el gobierno se empeña en negar, la de los que trabajan de sol a sol con un contrato a tiempo parcial y han de elegir entre comer (sin lujos) o pagar la letra de la hipoteca. La cara de los que se vieron forzados a renunciar a parte de su dignidad para poder seguir pagando las facturas. Es un tipo de pobreza silenciosa pero que ya va afectando a todos los sectores de la población y se ha llevado por delante la economía de los que no llevan corbata, la economía familiar que es la que sostiene a una sociedad.Tampoco podemos esperar más de un gobierno que va a seguir empeñado en sacarnos el jugo que nos queda para continuar enriqueciendo a
los suyos aunque sea subiendo la luz y permitiendo que nos congelemos en mitad del temporal. Las empresas han cerrado, los trabajadores han sido despedidos pero los impuestos han seguido creciendo sin miramientos. Nos amenazan con recortar, de nuevo, las medicinas de nuestros mayores, nos hacen trabajar habiendo perdido hasta la esperanza de una jubilación digna mientras vemos como se lo han gastado todo en Gürteles, Génovas y chanchullos varios. A pesar de eso continuamos permitiendo el gobierno de esta gente. Por lo visto aquí nos gusta opositar a santos mártires, otra explicación no se me ocurre.








catedral de Burgos con sus campanarios incluidos. Sólo que esta vez en lugar de cualquier cosa de niños, a los que hemos pillado es unos pseudo gobernantes (no sólo los de aquí, que conste) que negocian a traición y de espaldas a sus gobernados. Ya nos temíamos que después de este cuento de la crisis no sabían que patraña más inventarse para continuar sacándonos los cuartos pero después de las filtraciones de estos días sobre
parecía cosa de agoreros de los de subirse en un cajón en mitad de la plaza. Nos lo intentaban contar
pintado de negro y con las luces apagadas. Nuestros gobernantes (y el resto del arco parlamentario, porque seguro que todos sabían algo por Europa), no lo olvidemos, han intentado firmar el TTIP sin importarles nada las consecuencias laborales, sanitarias, sociales o económicas que pueda tener esto para después decirnos “hala, ahí tenéis eso, apañaros”.
hemos enterado, el jefe del equipo negociador de la Unión Europea ha reconocido que la
esconden que el paro continúa siendo una verdadera tragedia social sólo superada por el nuevo concepto de “trabajo casi esclavo” que suponen la mayoría de los nuevos contratos. Los que trabajan cada vez cobran menos mientras que los grandes directivos han subido sus retribuciones. Las pensiones peligran porque se han merendado la hucha y cada vez son más las pequeñas empresas que tiran la persiana, en silencio porque ya no salen por la tele. Parece que nos hayamos resignado a ser “Homo Curris”, de esos que trabajan como una mula, conocen a la familia través de fotografías mientras por la tele les hablan de “conciliación de la vida nosequé” y cobran un salario que no llega ni instaurando en casa una “economía de guerra” a base de pan y cebolla (antes, hace años, podían ir al cine y ¡hasta compraron una vez un bote de palomitas!).
todo atrás para intentar ganarse las habichuelas como “Homo Curris” en el extranjero. Pero esa es otra historia silenciada. Es la de millones de personas como tú y como yo desterradas y abandonadas para aparentar una recuperación que no llega a “los normales”. A algunos ni siquiera les han llegado las papeletas para el 20D y ahora que ya nos acercamos al 20J les pasará lo mismo. Parece como si alguien no quisiese que votasen. Igual es “
tantos otros a los que hemos olvidado. Pero la verdad es que deberíamos sentir vergüenza y esconder las cabezas como avestruces por permitir que timasen a nuestros hijos todo lo que consiguieron nuestros antepasados a costa de lucha y sangre (mucha) en materia de empleo y seguridad social. En pleno S.XXI parece que estemos volviendo a la «Cabaña del Tío Tom» ¿Que ha pasado?¿Como es que nos han lanzado los unos contra los otros usando, como siempre, el miedo como arma?¿Dónde estaban los sindicatos mientras el Gobierno se esforzaba en destruir los pocos derechos que quedaban a los “currantes” y a los pequeños empresarios, a los que también han aniquilado?
cambios radicales para poder enfrentarse al austericidio y las políticas brutales que han sacudido a trabajadores, autónomos e incluso pequeños empresarios que al fin y la postre son la mayoría que hace girar la rueda. El caso es que los sindicatos necesitan adaptarse para poder llevar a cabo la función para la que fueron creados y que se ha visto desdibujada por aquello de que, en algunos casos, han llegado a parecer dudosas academias de formación al servicio de otros.
que necesitamos ayuda y los sindicatos pueden volver a ser ese socorro. Eso sí, deberían reencontrase con sus orígenes, romper sus lazos con los gobiernos y defender de verdad a los trabajadores a los que se les ha arrancado la dignidad. Necesitamos que vuelvan a ser accesibles y combativos, que funcionen, porque a este paso, no me extrañaría que un año de estos en lugar de conmemorar el día del trabajador hagamos lo propio con “el día del esclavo”.

