Archivos para julio, 2022

 
 

¿Te has parado a pensar en que nos han abandonado en un mundo que gira cada vez a más y más velocidad? Antes, cuando los periódicos eran de papel, estos días notábamos como reducían su grosor y se transformaban en verdaderos panfletos con un par de hojitas. Eran los días de las “serpientes de verano”, noticias que se repetían cíclicamente y que servían para entretenernos y vender papel porque, aunque más de media redacción se largaba de vacaciones, seguimos teniendo el mal hábito de comer todos los días y los anuncios necesitaban un papel donde imprimirse. Ahora ya ni eso, no hay piedad. Vamos de una guerra a un incendio pasando por la emergencia sanitaria de la viruela del mono a unas velocidades propias de la Enterprise en Star Trek.  

Está visto que eso de la calma veraniega era antes, porque ahora el ritmo no afloja en ningún lugar. Es más nos continúan apretando el acelerador. Parece que vivamos en plena competición de Fórmula 1 en la que cada décima cuenta, pero cuenta ¿para quién? -No será para los que vivimos al límite -.  Igual que no baja el ritmo en las redacciones donde corren para contarnos las barbaridades que salen del cerebro de un consejero que culpa a los ecologistas de los incendios, tampoco lo hace la exigencia en el puesto de trabajo, en ninguno de ellos, aunque la presión lleve a la muerte por golpes de calor del currante. Parece que este año los días calurosos y “pastosos” del verano no lleguen con las siestas, los días amables, las terrazas ni nada que se le parezca. Seguimos igual, con una extraña impresión de andar desesperados, agotados, agobiados y con esa sensación, más que real, de que parece que trabajemos más que antes pero no llegamos a nada mientras no hacen más que anunciarnos nuevos desastres para este invierno – ¿verdad que no son manías mías? -. Es como si no hubiese verano. 

Y es que es todo así, nos hemos instalado en la prisa, en el “corre-corre” interminable que nos hace consumir y olvidar, cada vez más rápido, como si se tratase de una hamburguesa de cualquier franquicia. Se ha reducido todo a eso, miramos, nos impresionamos, olvidamos… en un ciclo cada vez más rápido, cada vez más exagerado y más efectivo para que acabemos tragando con cualquier cosa y que no nos dé tiempo a darnos cuenta de que aquí los sacrificios siempre acabamos haciéndolos los mismos. Te cuento un ejemplo; Me he dado cuenta más que nada en una tragedia que sigo bastante de cerca. ¿Te acuerdas de la guerra de Ucrania? Antes se hablaba hasta en la sopa pero, poco a poco, se va diluyendo entre todas las noticias y sandeces que van aconteciendo y así, como nos tienen acostumbrados al “fast food”, nos olvidamos. Si, nos olvidamos de que los tiros continúan y de que puede que las cosas no vayan como nos dijeron. Algunas cosas, como las guerras, se hacen para que duren y que poco a poco se vayan perdiendo entre el maremágnum del día a día para que acaben siendo un recuadro perdido y dejen de importar. Es entonces cuando empezará el negocio y descubriremos, de vez en cuando, que los muertos siguen muriendo, el dolor sigue vivo y no va reduciéndose como el tamaño de las letras. 

Sombrillas anodinas

Publicado: 19 julio, 2022 en actualité...

El otro día andaba suelto por el paseo marítimo y me dio por fijarme en los habitantes de las sombrillas. Había gente de todo tipo y claro, uno empieza a pensar en cómo serán sus vidas, qué harán en su estado normal, si tendrán familia, si habrán hipotecado un riñón para estar ahí, asándose al sol o refugiados bajo la escasa sombra de esos parasoles nuevecitos a estrenar, no vaya a ser que pensemos que no les da para mucho. Porque, oye, en eso de las sombrillas también hay mucho postureo, las modas cambian y mucho. Si el año pasado se llevaban topos, este año rayas.. y así como todo. Parece mentira pero las sombrillas dicen mucho de los que las usan. Cuando llegas a la playa reduces todo tu mundo a lo que cabe bajo la sombra de ese paraguas gigante, hay quien es un verdadero experto, hay quien enseña todas sus posesiones en dos metros cuadrados en un alarde exhibicionista de poderío y otros, recatados, que plantan el mástil y no llegan ni a abrirlas, algún experto podría escribir un tratado al respecto, ahí lo dejo. Menos mal que de vez en cuando ves una sobrilla con solera que te recuerda donde estás, ayer me encontré una de una marca de helados que hace unos veinte años que desapareció. Me dieron ganas de bajar a la playa, aplaudir a su usuario y postrarme en dos. Ya te digo, toda una declaración de intenciones en mitad de un mar de sombrillas y toallas anodinas.
Pero había otra cosa que si que se repetía en todos los casos. La gente no miraba a su alrededor, nadie ponía esa música horrorosa porque ese es otro detalle que hace saltar las alarmas, hace varios años que no padecemos «la canción del verano» esa machacona que acaba metiéndose en tu cerebro a base de repetición y decibelios. En la playa todo el mundo repetía los mismos gestos, todo quisque se mantenía centrado en la pantallita del móvil, todos hacían la misma foto de sus pies bronceados y la colgaba en Instagram porque en este mundo en el que nunca hemos estado más conectados, jamás hemos estado tan solos. Necesitamos contar al mundo donde estamos y que lo estamos pasando en grande. Pero, ¿de verdad es eso? ¿No será que necesitamos ocultar nuestra realidad y seguir el guion establecido en el que se nos obliga a aparentar ser felices para que no nos caiga un “unfollow”? Párete a pensarlo. Puede que hayamos caído en la desgracia de estar viviendo una vida “para los otros” y olvidando nuestra propia existencia. Puede que en esta sociedad hiperconectada en el que todo está a golpe de click vivamos para contarlo pero no para vivirlo. Muy práctico pero que nos cuesta un riñón, el precio es nuestra propia existencia, en vaciarla de contenido, en ser un mero escaparate de una tienda. En ser como los edificios esos que sólo son fachadas de madera de las películas antiguas. Nada es gratis.
Todo recuerda demasiado a Orwell y su Neolengua en la que otros son los que juzgan y dan significado a lo que dices. Al final no hacía falta llegar a tanto para controlarlo todo, bastaba con crear las Redes Sociales y controlarlas para distorsionar nuestra realidad y hacernos creer lo que sea, somos fotógrafos en Instagram, expertos en Twitter… lo creemos y vivimos pendientes de los otros. Al borde de la frustración en un mundo en el que todo es o blanco o negro en el que ya no sabemos distinguir muy bien entre la realidad y el postureo.
Estaría bien que ahora que llegan los días de verano intentemos sacar nuestra sombrilla vieja, la que nos hace diferentes y enseñarla con orgullo. Intentemos juntarnos con nuestros amigos, saludar a los conocidos, quedar en el malecón, recuperar las tardes de puestas de Sol, los ratos de playa y los momentos de sonrisas de verdad… ¿Y si este verano intentamos vivir?

Mentiras

Publicado: 12 julio, 2022 en actualité...

Igual va a ser eso de los calores que ya empiezan a reblandecer el cerebro y hacen que se te iluminen lucecitas raras o puede que me esté volviendo un poco Neo en Matrix – no estaría nada mal, la verdad- pero el caso es que, sin venir a cuento, me ha venido a la cabeza cuando mi padre me decía aquello que dicen de vez en cuando los padres “La vida es una mentira, hijo mío”, entre eso y que en la App de música de turno me ha salido Dani Martín cantando La mentira me ha dado por pensar sobre ello y va a ser que razón no les falta

Cuando éramos críos nuestros mayores nos contaban algo sobre los Reyes Magos o el Ratón Perez. Siempre inventaban algo para hacernos un poco más digerible la realidad, ya sabes, salvando las distancias, como hace Guido Orefice para proteger a su hijo de la barbarie sin nombre en La vida es bella. Así pasamos lo que recordamos en la mayoría de los casos como la etapa más dulce de nuestra vida, protegidos de la realidad. Pero poco a poco vamos madurando y despertando, pensando que vamos desenmascarando las mentiras, creyéndonos capacitados para contar las nuestras a los críos y cerrando el circulo, sin darnos cuenta de que igual, las peores de las mentiras se quedan sin descubrir.

Damos por verdad todo lo que también puede ser una trola, pero como se ajusta a lo que queremos, adelante. Pueden ser mentiras políticas, históricas, religiosas, sobre grupos de personas, razas, lo que sea. Nos las creemos tanto que acaban siendo parte de nosotros sin que nos demos cuenta de que alguien nos las ha metido tan profundo que llegan a nuestra alma. Pensar que eso puede ser otra patraña más nos desestabilizaría tanto que mejor ni nos lo planteamos, mejor seguir aborregados.¿Verdad?

Nos mienten cuando nos hablan de democracia, de economía, de política, de religión o hasta de ecología o cuando te dicen que una norma está escrita, no se puede cambiar y descubres que ellos las cambian de la noche a la mañana, igualito que el cerdito Napoleón y los suyos en “Rebelión en la Granja”. Nos cuentan las noticias a su gusto, como hacía tu abuelo cuando te caía un diente y venía Pérez, intentando esconder la baraja marcada con pactos, entrevistas, y cambalaches de todo tipo con los lacayos de las élites vestidos de policías o periodistas que en público se sacan los hiladillos y en privado se van de cañas Todo para intentar que no descubramos la verdad porque si lo hacemos acabará su poder y ya no podrán mantenernos en un estado de zombificación en el que pueden hacer de nosotros cualquier cosa. Harán lo que sea para que siga la función. ¿Acabará alguna vez esto?

La OTAN es cosa de hombres

Publicado: 5 julio, 2022 en actualité...

Ahora que se han marchado los representantes de la OTAN y todos sus asesores, asistentes, coches y bla, bla, bla Madrid debe de haberse quedado vacía después de que se fuese toda esa muchedumbre. Porque claro, para que un solo representante aparezca sonriente a hacerse la foto hace falta que un grupo de personas lo acompañen ya asesoren, son como los Iceberg, se ve un trocito pero hay mucho detrás, es lo lógico. Me dio por pensar que esto de la cumbre de la OTAN debió de ser como un certamen de “Muixeranga” (Torres humanas que solemos levantar en la Comunidad Valenciana o en Catalunya -Castells-) Me explico, la torre la hacen unos pocos pero en la parte de abajo, como contrafuertes y protección humana está la “Pinya”, una muchedumbre que acompaña a los que levantan la Muixeranga a son de tabal i dolçaina , no se les ve, pero sin ellos levantar el Castell sería entre imposible y un suicidio. No sé, me dio por pensar que lo de la OTAN podía parecerse a eso, y me sacó una sonrisa imaginar a Biden encaramanándose a lo más alto, como un buen «xiquet/a», «aixecador» o “Enxaneta”, si estàs en Tarragona, (niño encargado de subir a lo más alto de la torre, generalmente un crío pequeño, para que pese poco). Se le ve a él, se aplaude al que corona la torre pero sin el resto de los que están ahí no habría nada, la política de altos vuelos debe ser algo parecido.

Pero bueno, ya se han marchado y nos han dejado dos cosas, un mundo que ha vuelto oficialmente a los dos bloques de la Guerra Fría y muchas fotos, entre ellas un retrato junto a Las Meninas. ¿Has visto lo bien acompañada que está doña Margarita de Austria en la foto?¿Qué notas de extraño en ella? Fíjate bien, que hasta el prime minister lo ha visto. Los que acompañan a la infanta SON CASI TODOS SEÑORES. Está visto que esto de la política de altos vuelos sigue igual que siempre, igualito que cuando en los 60 un anuncio pregonaba que “el Soberano es cosa de hombres”, los señores arreglan el mundo mientras las señoras van de visitas varias ¿Eso no da ya un poco de vergüenza? – a mi bastante-.

Hay que ver, algunas cosas, cuando no hay verdadera voluntad, son más difíciles de mover que una piedra de 3000 toneladas. Vemos normal una foto donde casi todos son señores y en cambio en la que salían las parejas, si que se levantó un revuelo al aparecer el marido del primer ministro de Luxemburgo… Por lo visto nos queda mucho camino por recorrer.

Me sorprendió escuchar a Boris Johnson (al que mucho me temo que le queden dos telediarios después de dos ministros lo abandonasen como el desodorante)  hablar sobre la masculinidad tóxica sobre la forma de hacer política “de machos” que siempre suele acabar en una montonera. Ya ves tú, yo que me lo imaginaba con un vaso largo de Beefeater y bailando la conga todo el día. Decía el señor del pelo raro que si Putin fuese mujer no se habría metido en este berenjenal que nos está llevando a todos al infierno, estoy seguro de ello. Hasta la ONU dijo hace décadas que la guerra no afecta igual a los hombres que a las mujeres, pero ahí se queda, nada cambia porque nada quieren que cambie. ¿A qué esperamos para poder hecer una foto donde no se huela tanta testosterona en el aire? ¿A qué esperamos a dar paso a la valía más que al sexo? Ya sé, las cosas están cambiando me dirás, pero a este paso no llegaremos a verlo nunca, algún señoro arrasará el mundo antes.