Archivos para diciembre, 2021

Bueno, ya parece que hayamos pasado las navidades un año más. Ya ha pasado el primer MatchBall de los que nos amenazan con que van a subir los contagios a lo bestia. Ya veremos, la suerte esta echada. Algunos habrán montado una cena en casa, con los de siempre y otros habrán montado grandes fastos en venganza por el año pasado cuando se pusieron restricciones y los gobiernos no escurrieron tanto el bulto pensando que así la culpa de lo que ocurra será nuestra, por cerriles. No se yo como habrá salido el asunto aunque a juzgar por lo que se veía por las calles, pinta mal. De todas formas las estadísticas nos lo dirán dentro de unos días pero bueno “a lo hecho, pecho”.

De algo que no se yo si te habrás dado cuenta es que este año la gente repartía buenos deseos de otra manera. No se a tí pero a mí la mayoría de la gente me deseaba unas felices fiestas, muy pocos han seguido con aquello de “feliz año nuevo”. Igual será porque ya hasta nos da miedo pensar en la idea de un año más como este porque ya andamos tan justitos que me parece que aquello de las uvas en la Puerta del Sol, los besos, abrazos y todo eso de la canción de Mecano nos parece otra vida. O puede que de repente todo el mundo se haya vuelto pitagórico y crea a píes juntillas aquello de «no hay dos sin tres».

Me espanta pensar que el guionista del 2022 quiera superarse. Me acuerdo de la cara que se nos quedó a todos cuando intuimos que este año sería un remake del anterior o incluso lo superaba. Yo soy de natural tirando a cobardica y ya no se si me atrevo a pensar que será de nosotros si seguimos igual porque me parece que en esta sociedad que saldría «mejor» hacemos ya más agua que el Titanic. Así que imagina si subimos la apuesta con la venida de los marcianos o un meteorito XXL. Ya veremos porque ya todo es posible.

Este año también será de los que nos va a costar olvidar, el bicho (again), los problemas de siempre que parece que van a seguir siendo los de siempre, cada vez es más evidente que no podemos pasar por alto que todo esto nos está afectando mucho a la psique y hasta un volcán. ¿Qué más ya? Pues lo dicho. El meteorito, a veces creo que si llegase muchos saldríamos corriendo a saluadarlo. Aunque también es verdad que con todo lo que hemos pasado ya sólo nos queda un camino, la remontada. 2022 suena bien. Ya veremos, pero seré prudente y visto lo visto lo verdad es que no puedo más que desearte que el año que empieza no se porte demasiado mal con nosotros.

Navidad, un año más

Publicado: 21 diciembre, 2021 en actualité...

De verdad que pensaba que este año esto de las Navidades sería distinto. Bueno, mejor dicho, igual que siempre si es que nos acordamos de como era aquello de juntarnos con los nuestros, comer, reír, contarnos como nos ha ido desde que no nos veíamos sentir esos días de alegría en los que en algunos casos reuníamos fuerzas para reunirnos con gente que el resto del año nos puede dar grima, vamos, Navidad, con todos sus tópicos pero con todo el sabor de estos días irrepetibles en todo el año. Ya iba siendo hora, personalmente, me hace mucha falta pero no se, este año tampoco será. Esperemos que el próximo no sea ya demasiado tarde.

Nos habían vendido que este año sería ya más “normal”, que la cosa se reduciría a “fichar” con el Pasaporte Covid ese que, si te paras a pensar, no sirve para mucho más que para crear una falsa sensación de estar seguro en un sitio, pero ¿De verdad lo estás por el hecho de que los que te rodean hayan sido vacunados?. Pues nos lo hemos llegado a creer. Ahora nos ha llegado la Omicrom esa del infierno y lo ha truncado todo. Mejor dicho, ha llegado la Omicrom y nos ha puesto en nuestro lugar, insensatos, nos habíamos creído que todo había acabado. Habíamos sido víctimas, otra vez más, de una política que no entiende de ciencia pero se empeña en pontificar de lo que no sabe. Habíamos sido víctimas de nuestras ganas locas de volver a ser normales, si es que alguna vez lo fuimos. Ha llegado Navidad, otro año. Nos hemos pasado un año más inmersos en una pesadilla y al final estamos igual, los hospitales empiezan a resentirse, la pandemia crece y Europa empieza a apagar sus luces navideñas aunque aquí nuestro Gobierno continúa intentando vendernos la seguridad esa medio falsa que nos da la vacuna para decirnos que evitemos las aglomeraciones. Nos dicen que evitemos NOSOTROS las aglomeraciones cuando lo suyo sería que ELLOS evitasen que se formasen. Aunque, claro, eso quedaría feo para ellos, mejor que carguemos las culpas nosotros, como siempre, por descerebrados.

Pero a pesar de todo, este año sabemos que podemos celebrar la Navidad aunque vengan torcidas (ya tenemos experiencia), será un año más. Este año ya somos veteranos y sabemos que si queremos, la ilusión siempre resucita estos días de magia. Por favor, se prudente pero deja que el espíritu navideño lo inunde todo, venga no me seas Scrooge. En tu corazón es navidad, a pesar de todo.

Felices fiestas. Espero de todo corazón que este sea el último año de abrazos a distancia, recelosos. Aunque este año sabemos que abrazarse va más allá de lo físico, nuestras almas lo saben hacer. Así es que la mía por lo menos te desea, a ti y a los tuyos, unos días inolvidables en los que te llegue el regalo de la paz y la alegría, desconecta, se tú y deja por unos momentos tu armadura en la puerta para poder recibir un cálido abrazo de mí mismo, en la distancia de esos que duran más de 20 segundos, de los sinceros, sin “bicho”, de esos que de verdad te desean lo mejor.

El poder de una imagen

Publicado: 14 diciembre, 2021 en actualité...

Si una cosa es inapelable hoy en día es el poder de una imagen, creo que aquello de “una imagen vale más que mil palabras” es verdad. Ya puedes empeñarte en describir algo, si tienes la oportunidad de enseñarlo lo mejor que puedes hacer es coger de la mano a tu interlocutor y decirle “mira, es esto”. De ahí el espeto y el aprecio que les tengo a los que se juegan el cuello para enseñarnos esa foto, esa imagen que se quedará en nuestra retina y que hará que nos hagamos una idea de lo que ocurre, sin más. Es la épica de personajes como Ricardo Macián (felicidades por el Berlanga del otro día) y ese poder de hacer que traspasemos el celuloide, el superpoder de tomarnos de la mano, llevarnos a Afganisthan y decirnos “mira, es esto”. Los admiro.

Igual puede que sea porque me gustan las fotos por lo que siempre me ha encantado mirar el National Geographic y sus fotos a todo color. Aunque seguro que si te digo que me cites una foto de ellos rápidamente te saltará a la cabeza aquella de la “niña afgana” allá por 1985, aquella belleza, aquellos ojos que nos lo decían todo a través del papel… Y si estás un poco puesto me dirás que se llama Sharbat Gula y que era una refugiada que huía, mira por donde, de lo mismo de lo que huyen tantos miles hoy en día en el mismo lugar. Puede que ahí acabe todo, como lo era en mi caso y en la gran mayoría de nosotros. Vemos la foto, se nos queda en la retina y tendemos a pensar que la cosa se reduce a eso, a una imagen estática. Que todo queda congelado en ese momento y queda impertérrito, como esperando a que volvamos a mirarla otra vez, como si el tiempo se parase en ese instante. Queremos pensar eso porque admitir que cada uno siguió su camino y que no volverá llega a doler muy adentro.

Aunque a veces, solo unas pocas, los retratados vuelven a pasar ante nuestros ojos y nos hacen replantearnos muchas cosas como si de verdad hacemos algo para que este mundo se mueva o si resulta que los estáticos somos nosotros y no las fotos. Resulta que el otro día el gobierno Italiano anunciaba que había dado refugio a Sharbat Gula, la misma niña que salió en las fotos que dieron la vuelta al mundo. La misma que lleva toda la santa vida, más de 36 años, huyendo sin que nada para ella haya cambiado. Continúa perseguida por los mismos a pesar de que el escenario se haya movido. El mundo sigue igual, nada ha cambiado pero la vida ha llenado de arrugas y de experiencia a Sharbat. Deberíamos pensar sobre ello. Sobre la niña de la portada sí. Pero también sobre otras tantas fotos que vimos y que quedaron ahí, sin pensar que fue de ellos, de sus familias, de sus sueños, de la vida que pasa mientras nosotros nos quedamos mirando.