Archivos para octubre, 2022

La verdad es que llevo ya un tiempo un tanto desconcertado. Despistado, desnortado y paralizado como un gato iluminado por los faros de un coche en mitad de una noche sin estrellas. Se me nota, lo sé, hasta en el café Paco me dice que me encuentra un tanto raro, como bajo de ritmo y puede que eso sea exactamente lo que ocurre. Paco es una persona de esas que te cala de una sola mirada, le funciona hasta con los melones, Los mira y dice “este está maduro”. Nunca falla el buen hombre.
Si, tiene razón, esta vez mucho me temo que si lo que querían era bloquearnos, lo están consiguiendo a base de inundarnos con multitud de opciones que siempre acaban en algo parecido al fin del mundo. Cada cual más intrincada que la anterior ya ni sabemos si el meteorito devastador llegará del cielo, la cuestión es llevarnos al límite. ¡Os juro que llevo semanas queriendo escribir un post sobe algo y cuando parece que tenga hilada la idea… ZASCA! Te meten un golpe distinto, donde menos te lo esperas que te deja fuera de juego, y te hace olvidar lo que estabas contando. Ya te digo, noqueado y esa sensación de saber que escribes algo que ya no importa frustra, y mucho. Tanto como para llegar a pensar, muy en serio en tirar la persiana y abandonar esta choza y lo que resulta curioso es que he hablado con gente que también se sube a un cajón de naranjas en mitad de la plaza para vociferar un rato y están igual que yo, uno de ellos me dijo “Puede que esta vez nos estén logrando callar”. Espero que no pero lo que si que es verdad es que nos han acostumbrado a triturar contenido y olvidarlo a una velocidad pasmosa, sin poder llegar a asimilarlo, cerrando todo en falso.
Noqueados. Esa puede que sea la palabra, nos llevan noqueados, con una guerra medieval sin sentido en pleno SXXI que ya va por ocho interminables meses – y nos decían que sería una simple y lamentable escaramuza- que ya nos está haciendo tambalear los cimientos de una sociedad rota que andaba un tanto regulinchis después de la del COVID, del que parece que nadie se acuerde ya. Si conseguimos vislumbrar más allá de la guerra que lo invade todo (o por lo menos que sirve como excusa para todo) descubrimos que en este siglo de marras, ya pesar de que creamos que estamos mejor, nuestras mujeres continúan teniendo que recurrir al valor y la épica – a la que, por desgracia están acostumbradas después de tantos siglos de mordaza- , para que las traten como a seres humanos, me refiero a Irak y los velos, seguro que sabes que aquello continúa, que siguen “desapareciendo” mujeres pero que, como aquí ya “les ha pasado el turno” de los informativos ya parece que ni existan pero no solo allí, aquí, en este país, en tu barrio o en tu propia escalera existe una mujer que calla sus tormentos y que puede acabar siendo la próxima en esa lista de la infamia que no somos capaces de parar.
Nos ha tocado vivir un tiempo descentrado, tanto como que en Gran Bretaña hasta una lechuga es contrincante de una primera ministra, y encima le gana. Un tiempo que gira de un manera demasiado acelerada y loca como para que podamos realmente tener tiempo de pensar si lo que dicen que es la crisis abismal esa que pregonan los de siempre no será más que otra entrega del timo sin paliativos que fue la anterior pero que está consiguiendo que nos volvamos un tanto irracionales y nos larguemos con el primer extremista que nos prometa un poco de pan para comer porque hasta eso vemos ya peligrar. Después dicen que la gente está descerebrada y vota a Meloni. Curioso que cada vez sean más los descerebrados en lugares muy distintos, ¿Verdad? ¿No será que con esta aceleración y esa riada de “apocalipsis a la carta” que nos venden todos los días pretenden justamente eso, llevarnos a la desesperación e impedir que pensemos un poco? ¿No será que cada vez más y más personas se ven fuera del sistema y se convierten en outsiders que creerán a quién sea a cambio de un poco de esperanza? No lo sé, llámame conspiranoico pero lo están consiguiendo, nos están llevando derechitos al mismo punto que a finales del primer cuarto del siglo pasado ¿y sabes una cosa? Eso sí que asusta, mucho.

Mis moreras (2.0)

Publicado: 18 octubre, 2022 en actualité...

Otoño siempre ha sido el tiempo del retorno. De la vuelta a la rutina, la vuelta a casa y el retorno a la normalidad, si es que eso puede significar algo en un tiempo en el que no sabemos si mañana nos va a quedar planeta o cualquier loco desnortado nos lo habrá borrado del mapa estelar.

Llega septiembre, los días se acortan, los labradores se afanan en cosechar el arroz antes de que lleguen las lluvias, difícil este año, llevamos retraso y el cielo amenazante parece que va a descargar de un momento a otro. Hasta las nubes no son lo que eran, en otros tiempos sabíamos que si el viento venía de levante la lluvia estaba servida, ahora ni con los avisos de Aemet que se van sucediendo, podemos asegurar nada. Antes, cuentan los viejos, el pueblo se llenaba de “oncles”, personas venidas de todas partes para cosechar a mano, contra reloj, llenaban las calles y las plazas de caras y acentos desconocidos. Ya no vienen, los sustituyeron por esas enormes máquinas capaces de engullir hanegadas y hanegadas de cereal. También entonces cambiaron los otoños. Aunque lo que no cambió es el que la llegada de otoño significaba la vuelta a la vida interior, esa vida que con el buen tiempo sacábamos a la calle y que con el recorte de la luz del Sol vuelve a encerrase en casa esperando tiempos mejores. Como los mueblecillos de las terrazas.

Yo tengo un calendario un poco peculiar. Las moreras del camino del cemeterio. Ellas me indican cuando toca salir a la calle, cuando verdean, y cuando es tiempo de empezar a recoger los trastos de verano. Son los días en los que cambian su verde intenso por un marrón amarillento, introspectivo. Es cuando sus hojas empiezan a caer y nos advierten de que ya ha llegado el tiempo de los días cortos, de la maravillosa melancolía a la que, en el fondo, a todos nos gusta entregarnos de vez en cuando. La necesitamos para reorientarnos. Es importante… Te voy a contar un secreto ¿Has probado a escuchar la lluvia con el coche parado ante las moreras marrones? Y si ya le pones algo de Chopin ha de ser algo parecido al Nirvana ese que nos cuentan.

Mis árboles amigos son listos, tan listos como que se han solidarizado con los días extraños estos que vivimos. Lo saben. Algunas de mis moreras han perdido su color mientras otras permanecen verdes, confusas, igual que los tiempos que vivimos. Me cuenta un amigo que eso es cosa del cambio climático pero yo prefiero pensar que andan liadas con nuestros trasiegos y no alcanzan a entender el ansia que tenemos en autodestruirnos como especie. El problema es que el calendario es inapelable y dentro de nada tendrán que acicalarse para vernos pasar, como todos los años, cargados de flores a visitar a nuestros seres queridos al final del camino, entonces disimularán, harán como que todo está en orden, como si no fuese con ellas, pero estarán disimulando, estoy seguro.

Este año dicen que pintan bastos, puede que no haya flores para los que ya no están, son demasiados ya y no poderemos permitirnolos. Nos tocará ser fuertes de nuevo y poner la esperanza en mis moreras, en que ellas sean capaces de ganar la partida al calendario, de hacer llegar a los nuestros aquello de que a pesar de todo no los olvidamos y conseguir contagiarnos algo de su paz.

Pagando impuestos y croissants

Publicado: 4 octubre, 2022 en actualité...

El otro día me encontré a Paco en el café, esta tan contento que estaba a punto de pagarse una ronda de croissants. Decía que con lo que se ahorraría en el IRPF y el Patrimonio le daba como para pagar una comilona a los parroquianos, supongo que algo de fantasmería habría en la frase porque no creo que su pensión de jubilado de Telefónica le dé para tanto. Bueno, tampoco le he contado los dineros que pueda tener en el banco.

Supongo que notaría algo raro en el careto que le puse porque se acercó preguntando que pensaba yo de las rebajas generalizadas estas tipo ofertas de “black Friday” con que nos obsequian en los impuestos casi todas las Comunidades autónomas. Ya le dije que se nota que se acercan elecciones porque hay que vender la carne como sea pero jugar con los impuestos es peligroso si no te quieres encontrar con que vas al médico y no existe ni el ambulatorio. Alguien tendrá que pagarle.. ¿No crees?

Por eso habrá que pagar impuestos, aunque te duela, si no ay que pagar impuestos. No solo porque es una obligación legal, sino quieres verlo como una necesidad cívica hazlo porque el fisco te obliga. El dinero que se recauda a base de impuestos se supone es lo que mantiene los servicios que recibimos, todos, hasta los más básicos (se supone porque, claro, negar la existencia de manos largas sería de tontos). Sin impuestos, no tendrías médicos, escuelas, carreteras ni nada parecido a ayudas a los más necesitados. Piénsalo, solo podrían sobrevivir los que pudiesen pagárselo todo y oye, mucho me temo que casi nadie de nosotros estaríamos en esa lista.

A mí mi padre siempre me dijo que quería pagar más IRPF, no lo entendía hasta que me dí cuenta que si yo pago más impuestos, siempre y cuanto sea proporcionado y se cumpla lo de la función redistrubutiva de la renta, es porque me va bien y entonces debo contribuir a ayudar a los que no llegan. Es justo, pero sobre todo es humano y decente, en ese saco debiéramos estar todos, sería señal de que todos trabajamos, utópico que es uno. Otra cosa es el Impuesto de Patrimonio (que no es lo mismo aunque lo metan los de la Junta de Andalucía en un pack) en este caso uno paga por lo que ya tiene, no por lo que gana currando “Pagar según nuestras posibilidades y recibir según nuestras necesidades”. Es lo que viene a ser el carácter redistributivo de la fiscalidad.

¿Verdad que resulta fácil? Pues oye, mi amigo Paco no me quiso entender y continuó pagando croissants hasta que le hice una pregunta muy sencilla ¿Cómo van a sustituir todos los políticos- Papá Noel que nos han salido de la chistera los ingresos perdidos?¿Qué pretenden con ello?¿No están diciéndonos que nos vamos de cabeza a la ruina caracolera?Si nos vamos de cabeza a la quiebra,¿no deberíamos ahorrar un poco? Entonces se giró con la cara blanca, guardó la cartera y se sentó en la mesita del fondo.