Archivos para enero, 2022

Otra vez tambores de guerra

Publicado: 25 enero, 2022 en actualité...

Parece mentira que en los centenares de miles de años que vamos trajinando sobre la tierra no hayamos escarmentado nada y continuemos con esa extraña querencia que tenemos a darnos los unos a los otros como a una estera. Cambian las armas, desde un palo a un dron pero en esencia siempre estamos igual, cada tres por cuatro a alguien se le va la pinza, amenaza al vecino y se arma la gorda. El caso es que cuando a algún poderoso se le salta el resorte empezamos otro intento de autoexterminio de la especie que fracasará porque, en el fondo, a nadie le hace ninguna gracia que lo borren de la faz de la tierra, como si lo frotasen con una goma de Milan, a lo bestia.

Lo que no negaré es que lo de estos días resulta preocupante y más cuando sacan a pasear el reloj del fin del mundo que ya está acercándose a la media noche. ¿No sabes que és? Si quieres pincha aquí o si no te diré que es una especie de cuenta atrás que fija las 12 de la medianoche como el momento en el que empezará una guerra termonuclear que lo dejará todo hecho unos zorros, muy al estilo Madmax. Pues bueno, lo dicho, el otro día estaba a sólo 100 segundos de que esto ocurriese y mientras tanto Putin envalentonado como gallo de corral, Biden azuzando el ambiente y la UE amenazando con tomar medidas. Y si todo esto lo regamos con unos medios de comunicación que nos enseñan imágenes, sin contrastar y sin ubicar, de tropas que se amontonan, gente con cara de enfado y barcos que salen de España sin que nos digan que igual estaba previsto de antes (Resulta irónico. Si a alguien por el Ministerio le importase algo la historia no enviaría un barco llamado Blas de Lezo a unas maniobras con barcos británicos, más que nada porque el espíritu de “mediohombre” podía aparecerse y hundirlos a todos, pero eso es otra historia).

El caldo de cultivo pre-bélico está servido una vez más. Las barras de los bares tuiteros ya sacan humo con comentarios envalentonados por parte de gente que parece poseída por Millán Astray, pero que si oyese un tiro saldría por patas (yo seguramente lo haría). Nos harán creer que la guerra es inevitable para vendernos otro desastre en el que por supuesto no seremos nosotros los que ganemos algo. Siempre picamos a pesar de que sepamos que en una guerra el primer muerto siempre es la verdad y aunque llenemos la calle con pancartas de NO a la guerra, siempre nos acaban vendiendo la moto.

Pero lo que está claro es que una vez más no serán los que pregonan los porrazos los que vayan a matarse en cualquier esquina, para beneficio y gloria de otros, como siempre. Los que se hinchan los carrillos llamando a la guerra no serán los que tengan que enterrar a sus hijos. Nunca lo hacen. Nos envían a nosotros y a nuestros hijos a matarse por alguna causa que nos han hecho creer y que casi siempre es la misma envuelta en celofán, el beneficio del que te pondrá una bandera y una medallita en el féretro por haberte dejado la vida, convencido de su propaganda y su desinformación. ¿Tú crees de verdad que puede beneficiarnos en algo el hecho de que USA y Rusia se pudiesen pegar en Europa? Bueno, igual si eres chino puedes pensar que lo que quede en pie en el solar que resultaría de todo esto te comprará en Aliexpress. No caigamos una vez más en su trampa. Puede que la clave esté en Mafalda, “Si los cobardes que deciden las guerras tuvieran que ir a pelearlas, viviríamos todos en paz”

Mírales a los pies.

Publicado: 18 enero, 2022 en actualité...

Vengo de un mundo antiguo, de personas honestas en el que la palabra dada vale más que una letra de cambio avalada por un banco. De un mundo en el que las personas se levantan temprano, mucho antes de la salida del Sol y andan cada día a partirse el espinazo “birbant serreig” (arrancar malas hierbas del arroz) , llueva o nieve, haga frío o calor para arrancar a la tierra el sustento de sus familias con un producto que les cuesta la salud pero que nunca llega a conseguir el verdadero precio que merece el esfuerzo. Vengo de un mundo de personas embarcadas al amanecer, en el frío del mar muchas veces áspero y nada placentero. Ese frío húmedo que te cala las entrañas y que nadie que no lo haya vivido sabrá describir pero que se ha de pasar para poder sacar unas redes, unos “tresmalls” (tipo de red de pesca muy usada en Valencia) llenos con los que poder alimentar a la prole. Un mundo y unos tiempos de gente dura, sincera en el que el caballo o la mula eran un miembro más de la familia y su muerte era amargamente llorada porque podía suponer un invierno de miseria.

Llámame viejo, quizá lo sea de alma, pero haber vivido esto, haber escuchado tantas historias de mis mayores puede que me de una visión un poco especial del vodevil que están siguiendo nuestros políticos estos días con eso de salir corriendo al medio rural a hacerse una foto con alguna vaca como fotocall, con la excusa de los comentarios del Ministro de Consumo y aprovechando que se acercan las urnas en Castilla León. Por lo visto cualquier cosa es buena para montar el teatrillo y conseguir una imagen que venda porque no se trata nada más que de eso.

¿Sabes en que se puede distinguir a los que saben dónde se meten de los que simplemente se acercan para la foto? Decían los viejos que no, la diferencia no siempre está en las manos porque puede que alguien no haya trabajado la tierra pero sea labrador, porque conoce y sabe respetar el trabajo de sus antepasados, lo que le ha llevado a ser lo que es, raíces a las que no se renuncia. No, según me dijeron puede que la diferencia entre “uno de los nuestros” de un impostor esté en los pies. Nunca me ha fallado. Los que saben donde se meten cuando entran a un huerto no llevan zapatos caros de los de pisar moqueta, ¿verdad?. Los pies de una persona digna siempre han de saber acompañar por donde pisan. ¿Has visto alguna vez a un marinero con zapatos de charol?¿A un arrocero con mocasines?

Pues eso, párate a pensarlo, estos días han salido de sus mullidas moquetas y se han acercado en tromba a hacerse fotos con ovejas, ellos que no sabrán distinguir una churra de una merina. Se retratan con vacas sin que les importe si es una retinta o una morucha. Se las traemos al pairo, sólo vienen a por la foto, nos mienten, mírales a los pies.

“Un viaje de mil millas empieza con un primer paso” Lao Tse

Dicen que el año empieza de verdad esta semana, ahora que las luces se apagan, dejamos de oír el soniquete de los villancicos y en el súper han retirado los polvorones es cuando toca apechugar con los resultados de estos días en los que nos hemos deseado un buen año. Son los días en los que suena el teléfono y ya no se oye “Feliz año nuevo” sino el “¿para cuando?”. Toca ponerse en marcha otra vez, vuelve la rutina.

Han pasado los días de navidades y empiezo a guardar los adornos que han invadido estos días toda la casa. De hecho me pillas guardando en cajitas las bolas del árbol de plástico “made in China”. Intento hacerlo de forma ordenada porque quizás resuena en mi cabeza la voz de mi tía cuando te llamaba para enseñarte lo que guardaba en cada caja y decía “lo guardo así porque quién sabe si seré yo la que lo saque al año que viene”. Es inevitable, me invade la tristeza, la misma que en los días pasados en los que faltaba alguien para cenar (cuando se podía) y me salta a la mente el primer año en el que fui yo el que sacó las figuritas del Belén, hasta el angelito de la anunciación me pareció que estaba triste ese año. En fín, el tiempo no deja a nadie indemne, pasa y va dejando sus surcos que al fin y a la postre es lo que nos hace ser como somos. Con nuestras luces y nuestras sombras, humanos.

Empieza un año nuevo, ahora que la rutina ha desterrado a los Reyes Magos que todavía se otean en el horizonte. Nos toca arrancar un año más que, de momento, empieza un poco más sosegado. Si te paras a pensar, seguimos con el bicho pero por lo menos ya no mata tanto y además, recuerda que el año pasado por estas fechas nos visitaba la “amiga Filomena” y unos tipos vestidos de búfalo habían asaltado el Capitolio Algo es algo, ¿no?.

Empieza todo un año por delante y como en todo, nuestra actitud va a marcarlo todo. Podemos sentarnos a “verlas venir” y ya te digo yo que te quedarás sentadito porque nadie va a dar nada en un mundo desnortado en el que nos hemos olvidado de lo obvio y continuamos abrazando versiones interesadas de la vida en las que nos venden el miedo y el terror a todos los fantasmas que quieran hacernos ver. No vaya a ser que rompamos un guion en el que lo importante es que produzcamos, aunque sea negando los efectos de la pandemia e imposibilitando la «conciliación familiar» para que el rico cada vez lo sea más y el necesitado cada vez esté más desahuciado. Escondido bajo la alfombra de las estadísticas y sometido a los designios artificiales y “milagrosos” de I.P.C.

Pero puedes levantarte de la silla. Ya va siendo hora de darse cuenta que sólo nosotros podemos escribir nuestro destino, y enfrentarnos al año con ganas de hacer algo de lo que podamos sentirnos orgullosos, por pequeño que sea porque muchas cosas pequeñas pueden cambiar el mundo. Puedes hacerlo, te dirán que no. Igual como hicieron con quién intentó algo y lo logró. Puedes fracasar, es cierto, pero nada se consigue si no se intenta nada se gana si se sale derrotado de casa. Al final, como decía Lao Tse “Un viaje de mil millas empieza con un primer paso” ¿Vas a darlo este año?

Deseos de año nuevo

Publicado: 4 enero, 2022 en actualité...

   Todos los años por estas fechas nos llenamos de buenos propósitos. Son los días “MrWonderful”, los  de las agendas con mensajes maravillosos. Esos días de los buenos propósitos, esos de las buenas intenciones que justo esta semana empezarán a ser aplazadas. Que si da pereza empezar eso de una vida menos sedentaria;  que si  ya empezaré con el régimen después de Reyes… Vamos lo de siempre. Son los días en los que andamos confundidos y no sabemos si apuntar 2021 o 2022 (no te preocupes, nos pasa a todos). Son días en los que todavía andamos hinchados de insulina navideña. Nos hemos felicitado a distancia el año nuevo y seguro que te has dado cuenta de que no hay mucha gente que augure que la pandemia acabará. Creo que el  mecanismo adaptativo que nos ha llevado hacia donde estamos en la evolución está empezando a ponerse en marcha, a ratos pienso que nos vamos acostumbrando. Si, también a esto. Igual el lapsus en las campanadas de Ramón García y su regreso a 2020 no es más que una prueba de que nuestro cerebro intenta olvidar los malos ratos para seguir adelante, ¡yo que se!

Lo que sí que he notado es que parece que hayamos entendido el significado de un gesto que repetíamos mecánicamente. Parece que estas fiestas hayamos comprendido a qué nos referíamos cuando chocábamos nuestras copas y decíamos aquello de “salud” – aunque hagan “crock crock” en lugar de “chin-chin”- . Desde siempre hemos brindado y nos hemos deseado “salud” y puede que no calculásemos la magnitud del deseo. ¿Verdad que estas navidades eso tenía otro sentido?.  Deseo que mucha gente te haya mirado a los ojos -aunque sea a distancia- y te haya deseado eso, salud. Si es así, felicidades. Si no lo es quiero que sepas que, por lo menos puedes contar con mis buenos deseos sinceros para ti y los tuyos en este año que empieza, nuevecito, a estrenar.

Salió el Sol el día 1 y no pasó nada prodigioso. Salió por el Este, se puso por el Oeste y todo eso, sin que cambiasen demasiadas cosas. La bola de fuego continuó iluminando un mundo bocarriba en el que el ruido parece inundarlo todo y en el que vamos navegando como una cáscara de nuez en mitad de una tormenta alentada por agoreros que no hacen más que alimentar terrores bíblicos, que magnifican los hechos para hacer bueno aquello de que sólo venden las malas noticias o que confunden por el simple placer de  liar la madeja. Igual ha llegado el momento de atreverse a poner en la báscula los “pros y los contra” en todo esto que estamos viviendo.  Seamos prudentes pero no nos dejemos llevar por un pánico que nos ha vuelto vulnerables y manejables, presas del miedo. Te aseguro que si nuestros antepasados no hubiesen vencido el miedo seguiríamos viviendo en los árboles saltando de rama en rama.

Ojalá este año que empieza seamos capaz de descubrir el valor incalculable de la vida que, a pesar de todo, merece ser vivida plenamente. Sin caer en el monotema que no hace más que retroalimentar el pesimismo, nos vuelve grises y nos va sumiendo en un extraño sentimiento de vacío. Espero de verdad que seamos capaces de descubrir que hay algo más allá del maldito bicho, que hay vida más allá de las noticias desesperantes y que debemos dejar hacer a la ciencia confiando en ella, pero también debemos trabajar en nosotros mismos para que cuando llegue la solución no nos pille tan bajos de moral que no la veamos. Igual mi deseo sería que levantásemos esa cabeza antes de que sea tarde, tienes 365 días por delante para caminar y hacer realidad algo que sin duda mereces y que te deseo de todo corazón, que tus pies te lleven este año por el camino que conduce a ser quien realmente eres.

Mi más sincero abrazo, Feliz año nuevo.