Archivos para marzo, 2022

El sopapo.

Publicado: 29 marzo, 2022 en actualité...
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La verdad es que yo también me quedé estupefacto con lo de la entrega de los Oscar y eso que no lo vi en directo porque uno es pobre y se levanta temprano para ir a doblar el espinazo. Lo oí por la radio y pensaba que sería un sketch más ideado para una ceremonia hiperguionizada que necesita novedades para mantener un poco del esplendor que ha ido perdiendo con el paso de los tiempos. Ni la industria atraviesa sus mejores momentos, ni la inmensa mayoría de los actores tienen el glamour de “los de antes” pero con los de antes me refiero a los de mucho antes. ¿Te imaginas a Greta Garbo, a Audrey Hepburn o a Humphrey Bogart montando un «pollo» como ese?.

Si te paras a pensar esto del sopapo de Will Smith (tanto si fue de verdad como si no) en realidad no es más que un reflejo de lo que sucede cada día en cualquier lugar y más todavía si sumas a ello la respuesta, Twitter mediante, del hijo del agresor apoyando el guantazo “Así lo hacemos nosotros” decía el chaval. Pues oye, menudo ejemplo. Pero no vayas a pensar, tampoco es muy diferente a los patrones que enseñamos cada día por la tele en los programas eternos de la tarde en cierta cadena. Todo sea por una audiencia que, por suerte, parece que empieza a cansarse de más de lo mismo.

Vale, lo del chiste sobre la alopecia no estuvo bien, más bien fue lamentable en una sociedad poco dada a las bromas sin gusto (ya te digo yo que aquí pasa por alto) pero puede que la reacción del sopapo se pasase de la raya. Imagina por un momento que siguiendo la misma lógica primitiva de Will Smith, algún amigo o familiar de Chris Rock en la sala se viese legitimado para responder al sopapo con un gancho de izquierda. En un momento tendríamos la gala transformada en una buena escena digna de una peli de Bud Spencer y Terence Hill. ¿Te imaginas?

Eso es uno de los problemas que puede que nos haya traído nuestra forma de vivir en una sociedad que va demasiado rápida y se mueve por impulso, sin pensar en los resultados. En el fondo somos animales, no hemos cambiado tanto desde que pintábamos en las cuevas y perseguíamos a los mamuts. Funcionamos como un muelle. Hasta el momento casi siempre tenemos la suerte de que siempre hemos tropezado con alguien que ha sabido mantener la cabeza fría, Imagina que un sátrapa de un país X se levanta por la mañana e invade el país vecino. Los aliados del invadido van, se levantan de su silla y le dan un sonoro bofetón al país X… Si nos dejásemos ir y aplicásemos aquello de “ojo por ojo” al final, como decía Gandhi, “el mundo quedaría ciego”. En un rato estamos inmersos en una guerra termonuclear devastadora. No se, la película esa me suena.

Me parece que andamos tan desbordados con todo lo que nos está ocurriendo en tan poco tiempo que no somos capaces de ir digiriendo los tragos que nos van dando. Entre las huelgas, los misterios de los supermercados, el abandono de miles de personas saharauis a su suerte y la guerra de Ucrania que nos ofrece imágenes de dolor, barbarie y violencia a la puerta de nuestra casa que nunca pensábamos que volveríamos a ver me parece que se nos está escapando un detalle bastante importante, más que nada porque igual lo que puede que esté en juego no se parar los pies a un “presunto” descerebrado que se levantó un día con el pie cambiado y decidió sacar los tanques a pasear. De eso nada, Putin no es un loco peligroso y solitario. ¿Has pensado que igual saben muy bien lo que hacen?

Si en occidente tenemos un defecto (bueno, tenemos millones de ellos) es que creemos que somos el centro del mundo, tanto como que hasta en el mapamundi nos ponemos en medio. Nos creemos el ombligo del mundo. Nos lo miramos, lo cepillamos y damos lustre todos los días y al que no baila a nuestro son lo ignoramos, le llamamos tercermundista o decimos que está loco. Puede que ese “ombliguismo” nos esté condicionando mucho al sopesar la magnitud de lo que puede venirnos encima en Ucrania. Nosotros, los que damos por sentado nuestro estilo de vida y creemos que no podemos perder nuestros amados derechos y libertades. Nosotros que cada vez nos preocupamos menos de valorar y conservar lo que tenemos y que hemos olvidado los ríos de sangre que ha costado todo esto, igual por el paso del tiempo nos hemos vuelto un tanto blanditos y ahora los matones del patio se intentan aprovechar de ello.

¿Crees que estamos ante los hechos de un matón de medio pelo? -Puede pero de Hitler también pensaron lo mismo, no lo pararon a tiempo y ya ves la que lió-. Resulta que el otro día se votó en la ONU una resolución para que Putin (no Rusia, que bastante cruz tienen la mayoría de rusos con aguantar a este) saliese por piernas de Ucrania. Cuatro de cada cinco países votaron a favor de esto pero ¿Y el resto? ¿Quiénes eran los salvajes que no se indignaban de las imágenes de la tele? Pues resulta que el resto fueron países como Israel, Brasil, China que se puso de perfil… países superpoblados que representan una parte enorme de la población mundial. Visto así parece que perdamos la sonrisa de la cara pero hay más, todos esos países se caracterizan por no ser precisamente unas democracias maravillosas. Son países que no encajan en nuestra flamante concepción del mundo. Son países que igual dibujarían un mapa del mundo distinto al nuestro.

Al final será que lo de Ucrania empiece como una invasión medieval y acabe siendo una guerra entre la concepción democrática occidental y la autocracia. Esto va para largo, por desgracia creo que no acaba más que empezar, están volviendo a tejer el telón de acero y si no mantenemos la cabeza fría acabarán bajándolo de nuevo. Puede que haya llegado el momento de demostrar que todavía somos capaces de defender lo que somos. Puede que nos haya tocado a nosotros, hoy defendernos desde el sentido común para no perder la herencia de nuestros antepasados. Puede que nos toque defender nuestros derechos, demostrar que los merecemos y hacer ver que mientras que el camino de los tiranos no lleva más que a la miseria y la confrontación el nuestro conduce a la acogida y la solidaridad. Debemos ganar esta guerra para poder defender la paz.

La piedra Sessho-seki

Publicado: 15 marzo, 2022 en actualité...

Cuenta la leyenda japonesa que un señor feudal, que al parecer estaba un poco hasta las narices de pagar diezmos, convenció a una hermosa mujer llamada Tamamo-no-mae para que asesinase al emperador Konoe. El complot se descubrió y la bella dama acabó transformada en piedra. Pero resulta que la mujer no era tal sino la encarnación de un ser maligno, el Zorro de las Nueve Colas, un demonio capaz de sembrar la desgracia allá por donde pasase. El malvado zorro se fue debilitando por la persecución a la que fue sometido por el emperador y acabó encerrado dentro de la piedra, que contenía una maldición, aquel que la tocase sería asesinado irremediablemente. Tarde o temprano, el que tocaba la piedra firmaba su destino. La piedra fue atada con una cuerda mágica que protegía a los curiosos de la tentación de tocar lo que no debía y de paso mantenía atado al demonio porque si recuperaba la fuerza y salía de la roca desataría la desgracia en todo el mundo. Estaría furioso y se tomaría venganza por el encierro. Ahí acabaría la leyenda de no ser porque hace unos días, justo ahora que andamos todos caminando por un alambre que alguien agita, los habitantes de la prefectura de Tochigi descubrieron horrorizados que la piedra estaba partida y la cuerda había desaparecido.

Por supuesto que la rotura de la piedra volcánica se podría explicar por la erosión pero ¿Y si no? ¿Y si resulta que el zorro anda trasteando por el Este de Europa? ¿Y si no estamos ante una más de las desgracias que llevamos viviendo estos años? Porque, oye, al final uno ya no sabe ni que pensar. Pandemias, volcanes, tormentas, meteoritos y ese afán raro que tiene esta especie por autoexterminarse como sea. Ahora en una guerra con un planteamiento un tanto medieval que en pleno SXXI no es que se le vea mucho sentido. Porque parecía que habíamos dejado atrás eso de enviar gente inocente a matarse, a tomar ciudades, conquistar territorios y cometer atrocidades sin nombre. Puede que en la Edad Media tuviese su “aquel” pero hoy en día, en un tiempo en el que la tecnología ha tomado todo y se puede gobernar el mundo desde la pantalla del ordenador, parece como desfasado y propio de una pesadilla. Yo que sé igual van a tener razón, el Zorro ha salido y como lleva tanto tiempo encerrado no se ha enterado que los tiempos de la masacre debieran haber quedado atrás.

Pero somos así. Somos una especie curiosa, capaces de lo mejor pero emperrados en lo peor. Parece que nos seguimos empeñando en hacernos daño los unos a los otros de la forma más cruel y bestia que se nos pasa por la cabeza. No hay mayor depredador para nosotros que nosotros mismos. Sádicos, despiadados. Hasta las alimañas matan de la forma más rápida posible para después devorar a sus presas pero ¿y nosotros?

El otro día me decían que lo único que falta es que vengan las naves alienígenas a conquistarnos -ya no descarto nada-. La verdad, creo que muchos saldríamos a la calle, reloj en mano, recriminando a los marcianos que hubiesen tardado tanto pero no creo que vengan nunca a visitarnos. No se que interés pueden tener por un planeta donde nos corremos a porrazos los unos a los otros, donde no escarmentamos a pesar de que pasen los siglos. Seguro que nos están viendo y dicen “Bah, ahí no hay vida inteligente”.

Papá, ¿Cómo acabará esto?

Publicado: 1 marzo, 2022 en actualité...

    Ayer me encontré por uno de esos cajones donde acaba todo y que ya ni cierra ese cajón donde va a parar el  ticket del supermercado, una pila gastada, el calendario del año pasado o  hasta la vergüenza esa que hemos perdido y que no sabemos ya por donde buscar para encontrarla. Seguro que tu también tienes uno de esos. Decía que me encontré una pegatina con dos nubes y un arcoíris muy colorido. En una de las nubes ponía #TodoSaldráBien y en la otra #SaldremosMejores. Estoy seguro que te acuerdas de ellas, tampoco hace tanto como mucho un año y pico. Era de la época en la que todos estábamos asustados, aplaudíamos desde los balcones y aprendíamos a andar con “el bicho”. Me dibujó una sonrisa un tanto amarga porque si por aquella época nos llegan a decir que un año escaso después esa misma humanidad que parecía poseída por el espíritu de MrWonderful acabaría inmersa en una locura de consecuencias imprevisibles que nos ha devuelto a los tiempos en los que nos íbamos a dormir sin siquiera saber si  desapareceríamos en una explosión nuclear . Seguro que no nos lo creeríamos, ¿verdad?

Andreu ayer me preguntaba ¿Papá, cómo acabará esto? Se le veía preocupado y la verdad es que tuve la tentación de contarle una versión Disney de asunto y decirle que todo irá bien, que todo volverá a la normalidad y la humanidad entera se sentará a hablar. Pero me acordé de la pegatina y lo ridícula que me parecía ahora, después de tanto dolor y muerte. Decidí no transformarme en esa pegatina y le dije la verdad, además los niños son niños, no estúpidos y saben muy bien lo que está ocurriendo, puede que más que nosotros mismos. Le dije que no tenía ni idea porque cualquier cosa era posible. También pensaba que Putin no entraría en Ucrania como un elefante en una cacharrería y ya ves. Ahora ya no se ni siquiera si sería capaz de “apretar el botón” y enviar al planeta a freir monas.

Fui un ingenuo que confiaba, como siempre, en la diplomacia y en que las instituciones servirían para algo más que como carísimo decorado de una película en la que acabaremos pagando los de siempre. Porque todavía no hemos aprendido que en las guerras nunca muere el que las declara desde sus palacios. Los que están muriendo ahora en Ucrania son los mismos que los que morirán en cualquier otra parte del mundo, mujeres, niños, hombres, personas que nada tienen que ver con que un ególatra tenga designios de grandeza y acaba enviándonos al matadero.  Son personas que hace una semana tenía sus vidas, sus familias, sus problemas, igual que tú o yo mismo y ahora se esconden, en el mejor de los casos, en los túneles del metro intentando no ser víctimas de las bombas. Da igual quien las tire. Es una vez más el ansia extraña que tiene esta especie por destruirse los unos a los otros de la manera más dolorosa y cruel posible. Unos, los poderosos sin que parezcan muy afectos, los otros intentando salvar la vida de los suyos y, si es posible, la suya propia. Porque de eso se trata, de supervivencia. Las palabras grandilocuentes como patria, héroes y todo eso palidecen ante la realidad. El que más y el que menos intenta salvar a sus familias y a sí mismo en una lucha por la supervivencia que nos lleva desde que bajamos de los árboles hace miles de años.

Hemos vivido tantas veces esta misma situación a lo largo de la historia que resulta increíble e imperdonable que no hayamos aprendido nada en esta vieja Europa que de guerras, dolor y sangre vertida en balde tiene un doloroso Máster. Nosotros que venimos de la mezcla de barro y sangre  de las trincheras de dos guerras mundiales  seguimos sin aprender de nuestros errores y nuestra UE se muestra otra vez más débil y lenta ante los desafíos, ya sean en el mar como en tierra.  Hitler, Napoleón… Todos se envolvieron en sus banderas y enviaron a miles a la muerte, ¿con qué finalidad?  La que quieras, porque cada uno es muy libre de creer en lo que le plazca, pero la perdida de una sola vida humana nunca será justificada por una paranoia.