Todavía recuerdo como si fuese ayer cuando me llevaron a un cine de esos de sesión contínua, de los que te ponían una peli detrás de otra y pasabas la tarde del domingo. Fuimos a ver «Mad Max más allá de la cúpula del trueno», con la irrepetible Tina Turner y
Mel Gibson. Supongo que sabréis de que película hablo, un mundo post apocalíptico en el que la humanidad se ha vuelto salvaje y todo quisque mata y muere por conseguir un poco de gasolina. No hay leyes, no hay sociedad, sólo supervivencia y todo está regido por los mandamases de «Negociudad» (Tina Turner). Salí escandalizado, tanto que todavía recuerdo hasta el olor a terciopelo rancio de la butaca y el paquete de «Monchitos» que me zampé. Pensaba que aquello era solo cine, que no podía llegar a suceder de verdad, que la especie humana no puede degenerar tanto. Nada, cosas de niños ilusos que todavía les falta mucho por ver, ahora aquello hasta lo veo inocente.
Parece que hemos perdido el oremus. Tenemos un barco que se ha declarado en estado de necesidad, repleto de gente desesperada al que nadie quiere hasta el punto de que en Italia alguien celebraba habérselo quitado de encima endosándoselos a otro que ha regateado
hasta el último minuto a pesar de que el pabellón del navío le obliga a ciertas cosas. Estamos hablando de un barco que necesita desembarcar seres humanos antes de que sea demasiado tarde y nosotros nos enzarzamos en aquello de «llévatelos tú a casa si tanto los quieres» (me lo soltaron el otro día en el café). No me los llevo a casa porque no puedo atenderlos como es debido y porque pago impuestos y con ellos quiero que se salven vidas y no que se destinen a rescates bancarios, autopistas y pesebres para los amigotes. Es como si ya no nos importasen las vidas humanas. Es como
si fuese más importante acusar de colaboradores de las mafias a las ONG’s que salvar vidas humanas. Parece que a nadie se le haya pasado por la cabeza que la primera solución pasa por no dejar morir a los del Open Arms (y otros más, no vayas a pensar que es el único barco en el Mediterráneo). Después ya hablaremos de más cosas como de eso de ir minando la opinión pública para acabar demonizando a las ONG’s que puede que «sólo» estén trabajando en lo que la UE ha fracasado estrepitosamente. Pero lo primero es lo primero y tenemos gente abandonada en el mar, aunque para algún diputado de Ciudadanos esas gentes están de crucero como «bien comidos pasajeros»en el barco de Vacaciones en el Mar cuando los que si que están de asueto son los miembros de un gobierno que no está precisamente en condiciones de tirar las tardes tumbados a la bartola en la hamaca de Doñana.
¿Pero qué empatía podemos esperar de una sociedad en la que asesinan a nuestras compañeras ante nuestras narices y no se hace nada? Un lamento y un par de discursos para intentar hacer que duela menos, como el «ea,ea,ea…» de nuestras madres cuando nos
mecían intentando que nos pasase el berrinche después de habernos partido la crisma en el columpio y hasta la próxima. Con ello están consiguiendo que acabemos viendo los asesinatos como una enfermedad crónica contra la que nada se puede hacer en lugar de intentar poner remedio con armas poderosas como la educación, como llamar las cosas por su nombre y enfrentarse a los problemas en lugar de intentar ocultarlos con eufemismos. Es como si pretendiesen que normalicemos el “la maté porque era mía” y volviésemos a Atapuerca, a otro tipo de
sociedad en la que la mujer no existía. Nada, cosas mías, malpensado que es uno. Pero viendo como se está poniendo el patio, con violaciones grupales, acuchilladores y robos por las calles ya no se si cada vez somos más como la alegre pandilla de Atila, sin que nadie parezca poder poner remedio. Peligroso porque ya sabemos que cuando el orden establecido no puede proporcionar seguridad aparecen otros “ordenes” nada recomedables. ¿Nos habremos extinguido como humanos? ¿Nos hemos trasformado ya en bestias y no nos hemos enterado?
Parece se han empeñado en transformarnos en monstruos a base de hacernos ver «lo que no es normal» como lo cotidiano, que encima nos creamos que tenemos la culpa y que les aplaudamos por venir a salvarnos de nosotros mismos. No aprendimos nada de la última «crisis-estafa
generalizada». Espero que se equivoquen los sesudos agoreros que anuncian un nuevo leñazo (un día que quiera que me deis «unfollow for ever and never» prometo post al respecto) porque si no nos van a dejar como en la peli de Mad Max, aunque ahora que lo pienso Tina Turner y Donald Trump comparten ese pelo tan raro… Pero si esto ocurre, no olvidéis que van a intentar desestabilizar nuestra brújula diciendo que es culpa nuestra e intentando acabar con lo poco que nos quede de humanidad. Todo antes que aceptar aquello de que no dan pie con bola y sólo piensan en su propio interés. La estafa de antes fue por aquello de vivir «por encima de nuestras posibilidades». Esta vez se inventarán otra cosa como que «los que vienen» son poco
menos que la reencarnación del mal (argumento más viejo que las pastillas Juanola, pero efectivo). No lo dudes, para ellos siempre es culpa del otro y harán lo que sea para continuar siendo «los bien comidos». Igual va a ser como lo del cambio climático que de repente es culpa nuestra porque usamos las bolsas de plástico que ellos nos venden y comemos la carne que ellos nos traen. Es como si ellos no hubiesen hecho nada cargándose toda la economía tradicional que resultaba, en muchos casos, más sostenible que el imperio de las multinacionales, pero esa es otra historia.








rincón del olvido el árbol de Navidad. Todo va volviendo a la rutina y el recuerdo de esos días va dando paso al horror que supone pensar que toca “picar piedra” hasta Semana Santa, mínimo. Queda un duro camino por delante, ¿verdad? Pues imagina si a esto le sumamos el que esos propósitos de año nuevo que nos habíamos hecho empiezan a caer en saco roto, el idioma se atraganta y ya no nos parece simpático el profesor de mandarín, los kilos no bajan, el gimnasio no apetece con este frío y como total no nos ve nadie ya dejamos si eso lo de “el cuerpo serrano” para cuando llegue el calor. El bajón de estos días es terrible, caras largas, ojos hinchados, suspiros en el metro… ¡Nos hundimos!
Arnall ya se dio cuenta de que estos días todos andamos buscando a alguien de los que dan abrazos gratis (¿dónde se esconden? ¡Necesito un saco!). Pues bueno, allá por 2005 el buen hombre se inventó lo del Blue Monday para una campaña de una agencia de viajes y abrió todo un melón para los “vendecosas” que son muy listos y ya suponían algo cuando nos pusieron las rebajas en Enero aprovechando eso de que cuando nos ponemos tristones recurrimos a la Visa (si es que queda algo en ella) hasta que se borren los números, a lo Banzai.
compulsiva nos ha deshumanizado y hasta el punto de olvidar que somos personas, ya nadie habla de ciudadanos o de seres humanos, hemos pasado a ser usuarios o clientes aunque con ello se queden atrás millones de personas a los que viven en un eterno blue Monday y se han de limitar a ver la locura desde el otro lado del escaparate, como Audrey en Desayuno con diamantes, pero sin glamour y con una crueldad que va más allá de lo humano.
y se vacían las carteras. Toca acabar de arrasar con todo lo que quedó después del huracán navideño. Eso de la paz, el amor y la fraternidad acabó guardado junto con las luces del árbol, los que comíamos juntos ahora somos capaces de batirnos en duelo por el último de los calcetines del montón sin importarnos que el que está enfrente vaya con los pies descalzos. Piénsalo, estos días aquellos que necesitan todo continuarán no teniendo nada. Aunque las luces nos hayan deslumbrado la mente y hagan hecho que lo olvidemos.
curiosidad o simplemente por hacer los dientes largos al vecino, todo se reduce al modelo AIDA (Atención Interés Deseo Acción). Se trata de recortarte la libertad de elección, hacerte creer con luces y brillos que necesitas algo, que ese algo te hará feliz y claro, tú quieres ser feliz. Al final pasas por el aro y si te he visto no me acuerdo. Comprarás la cosa, descubrirás que no era tan bonita como en la tienda, te sentirás triste y ya sabemos que la tristeza conduce a ponerse otra vez la Visa entre los dientes y ¡hasta que se funda!. Nos hacen caer una y otra vez en la misma rueda, al final no es tan distinto como la política, nos venden su humo y cuando lo hemos comprado, a otra cosa mariposa.
pensamos, no construimos, no arreglamos. Nos atamos y poco a poco nos vamos deshumanizando, poco a poco vamos olvidando que nos han creado un mundo falso en el que solo importa poseer. Vamos secando nuestro corazón hasta que se convierte en una piedra incapaz de sentir empatía y ya no somos capaces de entender la ridícula rueda en la que andamos metidos. Somos esclavos que trabajan por un dinero que rápidamente gastamos y devolvemos a la rueda que nos mantiene girando como los hámsteres en su jaula, parece ridículo, ¿verdad?
dando color y forzando la máquina en otras noticias creadas para que “tapen sus muertos”. Bueno, al grano, el caso es que el informe hablaba de que dos de cada tres personas que consiguen un trabajo tras la crisis seguirán estando bajo el umbral de la pobreza. Igual para descubrir esto no hacían falta muchos informes sesudos, con bajarte a dar una vuelta por la calle ya bastaba. ¿Verdad?.¿Alguien se acuerda de los chistes aquellos de mileuristas? Pues ahora, los que antes eran los pobres del sistema son ahora unos privilegiados, porque cobrar mil euros hoy en día ya puede llegar a a ser mucho cobrar. Algo ha pasado.
(igual porque ahora ya no llegamos ni al día15) y que el nivel de hipotecas firmadas ya se ha recuperado. Eso sería el fin de la crisis, y ahí se quedan los que nos quieren vender ese producto. Nos dicen que la crisis ha acabado, pero será para algunos. También resulta que hemos recuperado el PIB, pero con muchos menos trabajadores y que el gasto familiar ha bajado. Vamos que trabajamos más, cobramos menos y los hogares son monasterios trapenses en los que los visillos de las cortinas son un lujo. Hemos perdido nivel adquisitivo hasta niveles del pleistoceno (y resulta que, en esto que esta semana todavía llamamos España, vamos en cabeza en el ránking). Y si además tenemos en cuenta que no hemos recuperado lo perdido cuando los que organizaron esto se hicieron con los gobiernos de las naciones y empezaron con aquellas historias de la austeridad y el recorte ya sabemos de donde salen las cifras para el aumento del PIB, de nosotros mismos, de nuestros médicos desparecidos, de nuestros científicos investigadores en el exilio forzado y de nuestros hijos sin coles (si es que, al final, 2+2 suelen ser cuatro).
paga salarios de risa hasta que se harte de ellos porque igual desde la revolución industrial nunca fue tan fácil deshacerse de un currante que sólo les sirve para aumentar su riqueza. Al final esto es fácil de entender; trabajamos más, cobramos menos y recibimos menos servicios ¿Has pensado en quién se queda con la diferencia? Pues por eso mismo digo que si la crisis ha acabado es porque han ganado unos y perdido otros, como siempre.
que debíamos apretarnos el cinturón “para salir de esta” y después nos veríamos recompensados. Al final no han hecho más que reforzar la desigualdad y aumentar la riqueza de los súper ricos. Mientras tanto los trabajadores seguimos perdiendo derechos en nombre de la productividad que ya se acerca a ser sinónimo de esclavitud. Pero claro, la productividad crece y eso es lo que les importa.
bordo de un barco de la Warner. El esquema es fácil, tenemos un peligro (o lo inventamos), nuestro gobierno nos crea una alarma, nos deja al borde de la psicosis colectiva hasta el punto de que volvemos a poner a los nazis en el parlamento alemán y empieza a recortarnos derechos básicos. Nosotros aceptamos porque tememos el bombazo o que unos separatistas se carguen el País. Nos dicen que eso es temporal y que se nos devolverá todo “cuando pase el peligro” pero el supuesto peligro no pasa nunca. ¿Verdad que esa canción ya nos la sabemos?.






















