Un día después de la Huelga, aunque admito que en el momento en el que estoy redactando esto aún no han acabado los últimos momentos del día y se sigue intentando acampar delante del Congreso, propongo que hagamos reflexión, pero yo no voy a hablar de cifras, ni de seguimientos. ¿Para qué? Creo de verdad que las cifras quedan en eso, cifras y por experiencia puedo atreverme a decir que los números son tan sufridos como que los sindicatos dirán que la han secundado tropecientos millones de personas y milantamil entidades que se han solidarizado y no se han dejado amedrentar por el poder establecido. Y mientras, el gobierno, impasible, impertérrito, indolente, dirá que nada, que eran cuatro monas ociosas, unos orcos descerebrados, mal trabajadores y anti patriotas (esto último porque está de moda) pudiendo demostrar los dos que dicen la verdad. Mi reflexión es otra, vamos a ver si me sé explicar.
Creo que estamos hasta las narices de que cada convocatoria, cada manifestación se vean versiones corregidas y aumentadas de las mismas barbaridades. Sindicatos enormes, maquinarias gigantes, inoperantes, que piensan únicamente en seguir viviendo en su cueva de Alí Babá, ya que es la única forma de mantener su abultada estructura. Sindicalistas que no respetan el derecho a trabajar, recurriendo a la violencia si se tercia o no. Patronal que no respeta ni, lo que es peor, conoce el derecho a la huelga de sus siervos, digo siervos porqué algunos de ellos, la inmensa minoría por suerte, creen que viven en tiempos pretéritos amenazando a sus empleados con algunos de los males del infierno si levantan su voz, aprovechando el drama social en el que estamos inmersos, aludiendo al manido mantra de siempre “como tú tengo mil que cogerían tu trabajo”.
Hasta ahí lo de siempre, pero últimamente tenemos un factor nuevo, las “fuerzas del orden” que cada vez recurren con mayor frecuencia justamente a lo contrario a eso, al desorden que alguna vez ellos mismos provocan, consiente o inconscientemente, como pretexto para repartir leña. Parece que les gusta sacar la cachiporra para Zas! Ahora sacudo a un chaval de 13 años, Zas! Ahora un periodista, Zas! Ahora un antisitema (añadase todos los casos que se le antojen, seguro que alguno se dió ayer), aunque sé que no, que en realidad puede que un noventa por ciento de ellos no disfruta con la bestialidad troglodita, son unos “mandaos”, cumplen ordenes de los siniestros de siempre, aquellos que no son capaces ni de admitir su inoperancia como buenos “defensores de sus electores”. Aquellos que no han sabido defender ya no solo los derechos, ni el bienestar social, ni la tranquilidad pública, sino que hablamos ya de hasta la vida física de sus gobernados Aquellos a los que parece que no les importamos un pimiento ya que siguen alimentando con rescates a podridas entidades que han abusado del derecho, como ya se han dignado en ratificarnos en Europa, para seguir haciendo su negocio mientras interpretan el sainete en el que dicen preocuparse y sentarse a redactar una solución cuando son conscientes de que ellos forman parte del problema. Aquellos que hoy no han tenido la decencia ni la dignidad de aparecer ante los medios de comunicación para intentar explicarnos su visión de los hechos, por estúpida que nos pareciese, en lugar de eso nos han enseñado la cara a la que nos tienen acostumbrados los últimos años, esto es la misma canción que ya empezó a verse en gobiernos anteriores, no nos equivoquemos. Esa cara, la del silencio, la del vacío y la de la represión violenta, casi dictatorial.
Así no vamos a ningún sitio si no somos capaces de romper el guión establecido, estoy seguro de ello. Ellos seguirán apretando, los parias seguiremos aguantando, siempre la misma canción. Pero aunque cambien al director de la orquesta creo que al final seguiremos bailando la misma danza, eso sí, con la firme esperanza puesta en que al final el disco de la vieja gramola se rallará aunque sea por desgaste, aún así valdrá la pena decir aquello de “tócala otra vez, Sam” ¿no creen?.