Cuentan que era el 13 de mayo de 1990 cuando Zvonimir Boban le dió un patadón a un policía en unos altercados antes del partido que debía disputarse entre el Dínamo de Zagreb y el Estrella roja se abrió la caja de los truenos. La imagen de ese “chut” se convirtió en el símbolo de la desintegración de un estado “inventado” con cinco nacionalidades enfrentadas, cuatro idiomas distintos, tres religiones, dos alfabetos…. Un galimatías que había estado sujeto, mano de hierro, por Josip Broz “Tito” y que acabaría sucumbiendo en una cruenta guerra en plena Europa. Dicen que la debacle empezó esa tarde aunque la verdad es que todo venía de atrás, muy atrás y esto no fue más que una gota en el vaso que ya andaba desbordado. A partir de esos días se desencadenaría la tormenta y empezarían a sucederse las imágenes y las noticias de una de las guerras más violentas que se recuerdan, fotos que nos llegaban todavía en los papeles y que sólo se diferenciaban del holocausto en que estas eran en color. Después ya vendrían los primeros bombardeos de la OTAN a las ordenes de Solana. No se porqué, puede que por juventud o por asuntos que no vienen al caso pero esas imágenes me marcaron, sentía algo que me obligaba a no estarme calladito, publiqué mi primer “trasto” y en eso andamos.
¿Que porqué cuento yo ahora esta parrafada? Pues resulta que la semana pasada, con todo el lio este que llevamos casi se nos pasa por alto que el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, 24 años después, acabó su trabajo condenando a cadena perpetua al comandante de las fuerzas militares de la República serbia en Bosnia, Ratko Mladic por una retahila de crímenes contra la humanidad que dejaban a VladTepes como un verdadero aficionado. Verdaderas atrocidades como el genocidio de Srebrenica en el que mandó a la muerte a unos ocho mil musulmanes, hombres, mujeres y niños en una de las acciones más horrendas y más vergonzantes de la historia reciente de Europa. Pero ese sólo es un ejemplo de los horrores desencadenados por el “Carnicero de Srebrenica”.
Pero Mladic también fue condenado por otro tipo de crimen no menos asqueroso (y mira que la colección es larga porque los humanos tenemos una querencia curiosa a masacrarnos entre nosotros). Un crimen que sorprendentemente no se incluyó como crimen contra la humanidad hasta 1993. Me refiero a las violaciones sistemáticas, masivas y organizadas como arma de guerra. Hasta entonces indeseables como Mladic no hubieran sido condenados por los miles de mujeres y niñas musulmanas que fueron violadas por los militares o paramilitares en Bosnia Herzegovina . Los salvajes que no entienden que hasta en la guerra hay normas y límites se creían impunes o con algún tipo de derecho sobre estas mujeres para abusar de ellas, para hacer de la guerra algo más atroz todavía si cabe.
El Derecho Internacional ha tardado mucho, muchísimo en reconocer la gravedad de la maldad que existe detrás de una política de agresiones sexuales asociadas a la guerra, una de las armas más antiguas de la humanidad, de las más dolorosas. La violación como acto de guerra es ofender al derrotado, es humillar a la víctima, es intentar acabar con la estirpe del contrario. Es un crimen tan execrable que no puede prescribir, un crimen que ha de perseguir al que lo comete hasta el fin de sus días y más allá porque no debemos olvidar lo que han hecho las bestias, por todas las generaciones, no vaya a ser que no nos acordemos un día.
Es viendo lo enorme cuando aprendemos, y ahora, gracias a las miles de valientes que nos han dado su testimonio cuando fueron violadas por el ejército serbio se ha conseguido que la violencia sexual en tiempos de guerra adquiriera el nivel de crimen de lesa humanidad. Gracias a ellas podemos llegar a comprender con cierto consuelo, que aunque las imágenes del horror no se borren nunca de nuestras conciencias, el criminal no quedará impune. Con esa lección aprendida nos queda interiorizarla en nuestro día a día, nos queda darnos cuenta de que los crímenes como las agresiónes sexuales no pueden ni deben quedar impunes, ni en lo grande ni en lo cotidiano porque la agredida sufre lo mismo en sus carnes. Y ahora ya sabes que no va a quedar sin castigo, ya nos encargaremos todos de ello o por lo menos eso espero.
Posts etiquetados ‘Guerra Civil’
El carnicero de Srebenica
Publicado: 28 noviembre, 2017 en actualité...Etiquetas:crímenes, genocidio, Guerra Civil, lesa humanidad, matanza, violación
Niños Sirios: Olvidados por el telediario
Publicado: 25 marzo, 2014 en actualité...Etiquetas:artimaña, Don Adolfo, el funeral, el tiempo, Guerra Civil, informacion, niños, noticias Fast Food, putrefacto, save the children, Siria, violencia
Una de las cosas terribles e injustas que tiene esta sobre información “fastFood” que tenemos hoy en día es que lo que hoy es noticia, mañana es “un recuadrito en una página par” y pasado si te he visto no me acuerdo. Y eso, utilizado con mala leche, puede ser un arma devastadora. Ya me diréis lo que se intenta hacer con las marchas del pasado fin de semana y el funeral de Don Adolfo. Les ha venido de perlas para “enterrar” la inmensa manifestación de Madrid, no sin antes manipularla hasta la putrefacción.
Reconozco que algunas veces esa inmediatez hasta puede ser buena (más aun si de tweets desafortunados hablamos) aunque este no es el caso, creedme. Hoy estamos todos inmersos en el funeral de uno de los padres de la España actual (puedo prometer y prometo un post al respecto) e intentando olvidar las lamentables imágenes de los altercados POST manifestación pacífica o incluso esperando la próxima tirada en la partidita de ajedrez de Ucrania pero, no recordamos ya que en lugares como Siria o Líbano continúa la barbarie, con más violencia si cabe, amparada por el paraguas del anonimato al haber dejado de ser noticia.
No sabemos lo afortunados que somos porque nuestros pequeños pueden disfrutar de una niñez medianamente feliz al haber nacido por estas latitudes, aunque si no espabilamos, a este paso se la vamos a destruir. En otras partes del mundo los crios en lugar de una infancia padecen una pesadilla permanente que dejaría a “Pesadilla en Elm Street” como un circo de tres pistas lleno de payasos.
Aunque ya no salga por la tele ni nada, hace tres años (mira que pasa rápido el tiempo cuando se está tranquilo) que Siria padece una extraña guerra civil de “todos contra todos” y como siempre que ocurre algo así los que acaban pagando la factura son los que ya no saben ni porque les pegan y más que nadie los niños. Siria, aunque ya no salga por la tele, sigue padeciendo unas deficiencias gravísimas en la atención necesidades básicas y eso afecta más si cabe a los más pequeños.
No es moco de pavo leer que Save The Children nos dice que un 60% por ciento de los hospitales no funcionan, entre otras cosas porque la mitad de los sanitarios han huido despavoridos, víctimas de las barbaridades y las agresiones que padecen por parte de uno y otro bando de los combatientes que no dudan en atacar a los médicos, enfermeros o enfermos (sin que el hecho de que se trate de niños les importe) cuando van de camino a uno de los pocos hospitales abarrotados que quedan o incluso dentro de ellos. Los medios son tan escasos que se llega a operar en lugares como las casas en ruinas utilizando técnicas que aquí consideraríamos propias de bárbaros.
Mención aparte merece el hecho de que la ausencia de medicamentos y medidas sanitarias deja expuesto a los niños a enfermedades y epidemias “no muy graves” en condiciones normales pero que a ellos les resultan mortales. Desde que estalló este conflicto han muerto varios miles de niños debido a la imposibilidad de acceso a tratamientos para enfermedades de todo tipo.
El mensaje de Save The Children sobre que la crisis humanitaria se ha convertido en crisis de salud nos debería hacer razonar sobre si estamos haciendo lo que debemos. Sacar a estos niños de la primera plana de los informativos es condenarlos al olvido. No pedir el pronunciamiento del Consejo General de las Naciones Unidas para que intervenga es condenarlos a muerte.
¿De verdad pensamos que mirando a otra parte, usando la táctica del avestruz, sus problemas desaparecen? ¿Es justo que miremos hacia otra parte y olvidemos la tragedia de los más pequeños que sufren inocentemente las atrocidades y los despropósitos de sus padres?
Del fast-food al fast-news, la notice basura. Por Samuel Parra
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Efecto Llamada, ilusiones enterradas en la arena
Publicado: 15 octubre, 2013 en actualité...Etiquetas:#derecho, chalupa, efecto llamada, Estrecho, europa, Guerra Civil, inmigracion, Italia, la esperanza de vida, la muerte, Lampedusa, mafia, militarizar, o, ropa, silencio, UE, vergüenza, vergogna
«Uno no tiene conciencia de su pobreza si vive entre pobres iguales»
Ryszard Kapuscinski
“Vergogna” gritó Francisco, el papa raramente cristiano que está sacudiendo el polvo al Vaticano, al enterarse de lo ocurrido en Lampedusa. «Vergüenza» gritaban los habitantes de la isla a los capitostes políticos que fueron, mayormente, a hacerse la foto y volver a sus comilonas.
No es para menos, la lista de la tragedia es horrible. Pero no sólo se muere por ahogamiento. Se va muriendo desde que se abandona casa rumbo a lo desconocido, se muere de hambre, de frio, por minas antipersona, se muere en vida, en manos de las mafias que organizan el viaje, prostituyen, esclavizan. Eso durante el trayecto en tierra firme hasta llegar la última de la pruebas, cruzar en chalupas que apenas flotan para llegar a una tierra donde puede que los esperen empresarios sin escrúpulos que los explotarán en la agricultura o en la construcción, con ayuda de nuestro silencio. Todo sea por llegar a Europa, un lugar donde parece que está renaciendo la horrorosa ideología de la extrema derecha pero donde la esperanza de vida se duplica. Al saltar la verja, el muro, cruzar el mar, o lo que se tercie les han dicho que se puede aspirar a una vida relativamente cómoda de 80 años en vez de 40 llena de oportunidades, vendidas y falseadas, a veces, a través de la televisión (si, la tele también llega a África), es el efecto llamada que prende en las tierras de la desesperación.
Pero tanto a los supervivientes de los naufragios de Lampedusa, como a los que llegan extenuados a Gibraltar, Canarias, a cualquier playa, les aguarda otra pesadilla, la gran jaula hipócrita en que se ha trasformado Europa para los “sin papeles”, sin ayudas, sin médico… Muchos, después de la detención serán hacinados durante meses o incluso años en centros deplorables, según denuncian las organizaciones derechos humanos, a la espera de una repatriación que en el fondo es una deportación a países de tránsito como Argelia, Marruecos, Libia o Túnez donde, abandonados a su suerte, quedarán tirados en las calles o incluso en el Sáhara, olvidados en mitad del desierto inhóspito, con la única salida de volver a intentar la aventura.
Emigrar es un derecho. Todos tenemos derecho a intentar mejorar nuestra situación y ahora en España, lo empezamos a ejercer en masa. En España, país de emigrantes antes y ahora, no recordamos que miles de republicanos españoles marcharon a Iberoamérica tras la Guerra Civil y que nuestros padres salieron a probar suerte a Alemania, Suiza o Francia en las décadas de los 60 o 70. También parece que en Europa hemos olvidado que miles de ingleses emigraron a América del Norte en el S XVII, después fueron alemanes, italianos, holandeses o irlandeses huyendo del hambre y la miseria.
Ahora la impasible UE, quién parece que sólo reacciona a base de tragedias, titulares de informativo, propone la primera cosa que se les pasa por la cabeza: Más policía, Patrullas Europeas, como si así pusiesen fín al problema sin querer aceptar que cuando alguien no tiene nada que perder no hay nada que lo pare, y unos cuantos policías tampoco lo harán. Necesitamos una política común sobre inmigración, dentro y fuera de Europa, con políticas de ayuda EN los paises subdesarrollados, necesitamos que nadie se vea obligado a emprender ese viaje a la muerte y no dejar la vida de miles de personas sin papeles en manos de gobiernos dispares que no dudan en militarizar el mar y son capaces de perpetrar atrocidades como la ley Bossi-Fini de 2002 ,ya que de Italia hablamos, porque en otros como Grecia o Alemania existen iguales o peores.
Las fronteras de Europa sangran. Italia nos horroriza con la muerte de cientos de inmigrantes, pero esta noche llegarán a Gibraltar, nuestro Lampedusa doméstico, unas personas en una barca de juguete. La noticia desaparecerá devorada por otras historias, poco a poco se difuminarán los gritos de los Lampedusianos, los lamentos de todos nosotros y todo seguirá igual, es el día a día
Declaración Universal de Derechos Humanos
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