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Homo consumista.

Publicado: 5 septiembre, 2017 en actualité...
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Sed felices y gastad el tiempo en lo que no cuesta plata” Pepe Mujica

¿Te has parado a pensar que cada vez necesitas más cosas para vivir? Mil cosas para la cara, trescientos productos para limpiar la casa cuando a la abuela los cristales le sin-tc3adtulo-12quedaban de muerte con vinagre y papel de periódico ¿Has comprado alguna vez algo que funcionaba bien hasta que un día, como por arte de magia, se muere en tus manos?. Seguro que muchas veces te ha pasado que has comprado algo que te ha costado un riñón, después te has arrepentido de ello y no has encontrado otra solución para tu atormentada alma más que salir corriendo al Zara en una excursión terapéutica, con la Visa en la boca. ¿Qué nos esta pasando?

Esto son unas preguntas que seguro te han pasado alguna vez por la cabeza. A mí por lo consumismo-patolc3b3gicomenos me dio la cosa esa el otro día trasteando por Amazon a punto de comprarme un colisionador de hadrones de bolsillo que vi de oferta (muy práctico para yo que se que). No sabes la rapidez con la que cerré la APP y el gustazo que me dio. Desde entonces ando convencido de que Marx se equivocaba con la religión, de ver como estamos hoy en día hubiese gritado que el consumismo es el opio del pueblo. Acto seguido se hubiese hecho fraile capuchino.

Nos han vuelto verdaderos esclavos que sirven para comprar lo que otros quieren haciéndonos creer que lo necesitamos aunque sea malo para nuestra salud. No les importa decirnos que si no cabes en una 38 estás gord@ .La cosa es vender esos trapitos, los trastornos y enfermedades que nos originan no les importan demasiado.

En algún momento han aprovechado se nos “ha ido la pelota” para meternos un chip en la cabeza que dice “compra, compra, compra, cuantas más cosas tengas más feliz serás”. Dicen los que saben que puede que fuese en 349USA, después de la Gran Depresión y la II Guerra Mundial cuando se dio el salto a la economía de consumo y pasamos a ser consumidores (cosas de la evolución, parece ser). Ya nunca más seríamos ciudadanos o seres humanos, sólo consumidores. Desde entonces la cosa ha ido a más y ahora ya no somos más que unos seres que viven para comprar, que no conocen otro ocio 518a6b700cceaae55d3f878acf79d943--pace-tesmás que ir a los centros comerciales (bueno, eso era antes, ahora con Amazon ya ni eso) a gastar un dinero que cada vez nos cuesta más conseguir, porque eso de trabajar está muy mal y si lo consigues casi seguro que no vas a salir del “club de los pobres”. Ah!, ¿Pero de te había ocurrido creerte eso de que «ya hemos salido de la crisis»? Entonces lamento pedirte que te cojas la escalera y te bajes ya del guindo (aunque Bañez diga lo contrario). No saldremos nunca de esto mientras nos empeñemos en dejar nuestras carteras abiertas en manos de los que nos dicen que todo se puede comprar y vender.

Nos han metido en la cabeza que la felicidad es poseer, una casa, un coche, un Ecologismo-vs-consumismo-2“pepinaco” de bici como si fueses a correr LeTour o el cacharro más moderno. Con ello consiguen que el dinero no deje de fluir hacia sus bolsillos transformándonos en una especie de esclavos que trabajan para ellos para conseguir un dinero que invertimos en comprar, a precio de oro, las cosas que ellos mismos nos venden. Párate a pensarlo, es escalofriante.

Piénsalo un poco, lo que nos venden no es la felicidad (lo siento, MediaMarkt) sino más 548897456bien lo contrario. No necesitamos casi nada para ser felices. ¿Te has parado a pensar que una puesta de sol, un poco de amor de los tuyos o un soplo de aire fresco son cosas que no cuestan dinero y realmente reconfortan el alma? Piensa en que puedes romper esa rueda y ser un poco más feliz. No te sientas culpable por no ser “el más moderno”porque igual de lo único que somos culpables es de ser víctimas del marketing. Hasta el planeta te lo agradecerá.

No hace falta que te vuelvas un asocial que vive en una cueva aislado del mundo. Sólo DINERO-1basta con que entiendas que el consumo responsable puede conseguir que seas más feliz y hasta que tengas más dinero en el bolsillo. Además generarás menos basura y oye, eso se agradece. Si cada vez fuesen más los que pensaran antes de tirar de Visa el modelo se vería obligado a cambiar. Volveríamos a producir cosas “bien hechas” y con un poco de sentido común, como las sábanas de la bisabuela que todavía son blancas o tu primer móvil, ese que encontraste el otro día en un cajón y todavía funciona. Si consiguiésemos sacarnos de la cabeza el comprar por comprar y el usar y tirar que tenemos en el ADN seguro que todos seríamos más felices.

En estos días hemos celebrado los 25 años de la caída del muro de Berlín. Algunos de los que muro berlinya somos un poco «de antes» recordamos la noche en la que se reunificaba Alemania, otros han visto fotos. El mundo se alegró y creímos que la guerra fría que dividía al mundo en dos acababa ese día. O incluso, los más temerarios, decían que terminaba el sangriento siglo XX. Hoy en día parece que nada hemos aprendido. Siguen levantándose muros de la vergüenza, para separar personas. Unos físicos y otros sociales, sutiles pero muy eficaces.

Parece que nos encanta levantar empalizadas para protegernos de algo que muchas veces sólo preocupa a los poderosos, quienes nos llenan de miedos y hacen que veamos al que intenta cruzarlos por necesidad como enemigo vete a saber de quién o de qué y lo abatimos sin más.

Existen por todo el mundo docenas de muros, nuevecitos pero construidos con la misma mala leche que el de Berlín. En Botswana , allí donde los elefantes del “monarca jubilado”, se levanta un muro colosal de alambre electrificado y espinos para evitar la entrada de la fiebre aftosa, no vayamos a pensar. El caso es que la fiebre pasó pero el muro quedó para separar Zimbabwe, uno de los países más pobres y Botswana, de los más ricos del continente. Ya que estamos en África, existe al sur de Marruecos, unos muros de adobe de casi 3000km de nada

Cruces en la parte de Mexico recordando las víctimas

Cruces en la parte de Mexico recordando las víctimas

que separan las tierras que Rabat se apropió. Es tan caro de mantener que los problemas que tiene Marruecos se acabarían con su presupuesto pero, por lo visto, es más importante “proteger” las minas y los pozos apropiados. Podíamos hablar también del que separa Israel y Cisjordania, vulnera todas las legislaciones internacionales, impide la vida normal y separa familias pero a nosotros nos da igual. O del que separa “el país de las libertades” USA de Mexico, que hace

Concertinas

Concertinas

que, a su lado, la Gran Muralla China parezca una cerca de jardín. Una fábrica de muerte para evitar la inmigración en un país, irónicamente, creado por inmigrantes. España también levanta vallas en Ceuta y Melilla, altas, infranqueables con sangrientas concertinas y una venda que oculta las atrocidades cometidas a diario a los ojos de la justicia.

El mundo construye muros, pero el mayor de todos es el que han levantado entre nosotros. Un muro invisible pero sádico y doloroso como el de USA, que no los-recortes-matantiene postes pero corta como las concertinas. Es el de la división social que ha crecido con el lavado mental y moral que hemos sufrido con esto de la depresión. Cada vez es mayor la diferencia entre ricos y pobres, los ricos lo son cada día más y a los pobres ya les quedan ni las migajas. Se nos dificulta el acceso a todo, se nos niega el pan y la sal y el problema es que han llegado a hacernos creer que es normal y consentimos cosas como el que te tiren de tu casa, 20060722022000-tiempos-modernosno tener trabajo, el tenerlo pero que no de ni para comer, el robar a los modestos modificando, por la noche como los buenos ladrones, el artículo 135 de la Constitución para repartir al rico (algo así como Robin Hood, pero al revés) y después tener la santa indecencia de, todo sonriente, decir querer modificarlo a sabiendas de que no se tiene mayoría suficiente, el mismo que lo votó a favor cuando estaban en el gobierno para protejernos de un enemigo inventado por ellos, el neocapitalismo salvaje de los mercados.

Es un muro que, consintiendo verdaderas barbaridades, hemos construido sin darnos cuenta los que nos hemos quedado o nos vamos quedando “a la otra parte”. Porque cada vez somos más los que nos quedamos al descampado en mitad de la tormenta. Un muro que nos va destruyendo de manera implacable y que debemos derribar. El día que lo consigamos habremos recuperado nuestra dignidad, lo habremos conseguido.

25 años de la caida del muro de Berlín

Los muros de la vergüenza

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