Antes que nada quisiera deciros que si, que sigo vivo. No me he muerto, ni espachurrado ni nada. Quería anunciar mi “no óbito” y pediros disculpas por mi desaparición, nada, circunstancias del guión. Algunos habéis preguntado si me había ocurrido alguna cosa o si había cerrado el blog, así, a la francesa. Si te he visto no me acuerdo y todo eso. No, no era mi intención lo de callar y cerrar, aunque muy a punto he estado. Tan a punto como que te confieso que conservamos el dominio por eso de que siempre te dejan unos días de gracia. De todas maneras, hubiese sido un poco radical eso de largarse, sin más, después de más de doce años pegando la tabarra.
Bueno, son cosas que pasan. Un día estás bien y el siguiente no te queda humor ni para saludar al del café. Un día, te salen las letras y el siguiente sientes verdadero pánico a eso de juntar unas letras. El coco, que suele hacer malas pasadas a pesar de que los gurús de la moda dicen que somos lo más, nos lo hacen creer a base de frasecitas motivadoras pero a nadie se le ocurre pensar (porque está demodé) que la vida no tiene por qué ser wonderful, que hay momentos para todo, buenos y malos, que no siempre se es ganador, que esto no es más que una sucesión de todos ellos y oye, si no tienes malos momentos, ¿Cómo vas a apreciar lo bueno que llega?.
Te juro que no, que no soy precisamente al único al que le ha dado “la bajona” y si a eso le juntas un panorama desolador en un país plagado de ansiolíticos en el que once personas cada día “cierran el blog de su vida”, para siempre y que no suele ser fácil encontrar a un profesional que te ayude tirando de la polea para salir del pozo porque los dirigentes se empeñan en que nuestro sistema de salud mire hacia otra parte (circulen, circulen, aquí no hay nada que ver) se empeñan en lo del “happy flower” y en esconder un verdadero problema pues hala, sal como puedas del pozo al que todos nos hemos asomado más de una vez, aunque lo neguemos. No me malinterpretes si te digo que igual que se hacen campañas para concienciar en los accidentes de tráfico, se deberían hacer también para visibilizar a las víctimas del malestar psicológico. Son más del doble, y encima te cruzas con ellas cada minuto en todas partes, sin sirenas, sin carreras, sin triángulos de advertencia ni carreras anuales para ponerle freno..
Igual deberíamos aprender a vivir con ello, a no mostrar sorpresa y aceptar eso, que la vida es mucho más que aguacates, unicornios y frases bonitas, pues no, esto no es una película de Disney, aquí ala mínima el león se zampa a Pumba, no va de cañas con él precisamente. Hay veces que la vida golpea, y muy duro. En esos casos comportarse como los Osos Amorosos no ayuda mucho, todos tenemos derecho a sentirnos mal, parar, tomar aire y seguir. Que si, que hay días que dejas de escribir como dejas de hacer muchísimas cosas. A mi me ha dado por estarme calladito y aislado hasta vencer la presión que supone sentarme ante las teclas, a otros les da más fuerte, hasta por olvidarse de respirar. Soy un suertudo, lo somos todos los que nos levantamos todos los días con la esperanza de seguir en la brecha, a pesar de no saber que nos deparará el destino. Es la emoción de la vida ¿Seguimos?
comentarios
Buenas Salva, sí que me había percatado de que llevabas semanas sin escribir, se lo comentaba a mi señora el otro día… Me alegro de que hayas vuelto, siempre es bueno retomar aquello que nos gusta, que nos ayuda y que nos desahoga aunque en ciertos momentos se requiera hacer una pausa…
Estoy de acuerdo, la vida no es tan maravillosa como nos quieren hacer ver algun@s… Y nosotros (tú, yo, cada cual en su mundo), al fin y al cabo, ya estamos en nuestra particular lucha de hace años, sabemos lo que hay y también que podría ser peor…
A mí lo que me da más vértigo es pensar en que un día mi hijo pierda esa inocencia tan sana que tiene ahora, para descubrir ciertas realidades… Pero bueno, es lo que hay… esperemos poder estar ahí, a su lado, para que al menos se sienta arropado por los suyos de forma incondicional.
De todas formas, por no dejar un final medio negativo en mi comentario, los pequeños momentos buenos, son los que vale la pena en la vida y deberían compensar (en parte) todo lo que pueda venir después o las cargas que llevemos del pasado…
Un abrazo!!
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Ante todo, gracias. Gracias de todo corazón por estar ahí y acordarse de mi. De verdad, soy afortunado.
Tienes razón da vértigo, asusta mucho ver como están creciendo nuestros hijos. En una burbuja, bombardeados por una visión irreal del día a día. Lástima me da pensar, como dices muy bien, que ocurrirá cuando descubran el muro de la realidad al que hay que trepar todos los días. Lo empiezo a ver con mi hijo mayor, hay veces que parece que no tenga capacidad para la frustración lo que genera justo eso mismo,más frustración. No estoy diciendo que transformemos la infancia en una especie de Esparta, pero no estaría de más que no se les inculcasen un montón de frases maravillosas a sabiendas que lo que hay ahí fuera no es precisamente Jauja.
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