De estibar.
1. m. y f. Trabajador que se ocupa en la carga y descarga de un buque u otro medio de transporte y distribuye convenientemente los pesos en él.
2. m. Obrero que aprieta o recalca materiales o cosas sueltas.
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Si yo ahora preguntase a alguien si una cosa es cara o barata seguro que no responderíamos todos lo mismo. Lo que algo es carísimo para unos puede ser una
verdadera ganga para otros y el factor de tener o no más dinero en el bolsillo no es siempre determinante. En la respuesta entra todo un juego de detalles propios de una economía capitalista (y ahora es cuando Adam Smith y compañía esbozarían una sonrisa de oreja a oreja). Todo vale EXACTAMENTE lo que cada uno esté dispuesto a pagar por algo dadas las circunstancias del momento y el juego de la oferta y la demanda (imagina que pagarías por la ÚLTIMA limonada fresquita en mitad del desierto de Gobi). Si nos paramos a pensarlo seriamente es el sistema el que ajusta el precio de las cosas y hace que vivamos cosas como que un futbolista cobre barbaridades mientras que a un patinador no vayan siquiera a esperarlo al aeropuerto o que un bombero no llegue ni a final de mes a pesar de salvar vidas.
¿Y porqué digo yo esto ahora? Porque resulta que nos han hecho creer que los estibadores cobran demasiado. Los medios de comunicación llevan días encargados
en satanizarlos hablando de lo indecente de su salario o de las formas mafiosas de su funcionamiento. Si queréis que os diga la verdad, respecto de lo segundo no puedo decir nada, ni a favor ni en contra porque no he podido ser capaz de encontrar alguien objetivo que me explique el funcionamiento de un gremio que desconozco totalmente. Pero permitidme un detalle, nos vamos a cargar un sistema por orden de unos sujetos expertos en reconversiones desastrosas que nos dicen desde sus cómodos despachos que eso no puede seguir así. Y otro inciso, no se a que vienen tantas ganas de cambiarlo. Ya me ha dado por pensar que lo que se pretende es romper el equilibrio de los precios (el capitalismo y todo ese rollo que os había contado antes) para conseguir unos nuevos precios mucho más precarios que les den más beneficios a los ricos. No se, es una idea loca sobre la que podíamos debatir a orillas de una buena taza de café (una bañera llena en mi caso).
Pero lo que de verdad resulta preocupante es que con la satanización de los estibadores, proclamados como presunta clase privilegiada y todo el lío mediático
andamos confundidos y puede que hayamos caido en una trampa. Nos vemos en una paradoja bastante curiosa, Nosotros, los currantes que trabajamos por un sueldo que no nos permite siquiera salir de la calle en algunos casos, nos quejamos de que otros cobren mucho. Si te paras a pensar la cosa es casi ridícula, en lugar de aspirar a ser como ellos, a poner en valor nuestro trabajo y exigir más, intentamos arrastrarlos a nuestra miseria para que se acaben beneficiando los de la verdadera clase privilegiada. ¿No resulta hilarante?.No se, lo normal en la especie humana sería pretender aspirar a más, superarse… a eso lo hemos llamado evolución y llevábamos miles de años en ello. Pero bueno, eso es otra idea tonta de las mías.
Parémonos a pensar que si durante tantos años los grandes capitalistas han estado
pagando la estiba es porque consideraban que el trabajo lo valía. ¿Cómo es que, de repente, ya no vale nada? Creo que puede que haya llegado el momento de ser todos un poco estibadores y nos plantásemos hasta conseguir un nuevo ajuste en la balanza de los precios pero esta vez al alza porque si te paras a pensar tu trabajo vale mucho más dinero de lo que nos pagan por ello, la prueba es que nosotros nos empobrecemos mientras otros se enriquecen más y más cada vez. Pero claro, puede que nos hayan adiestrado para que nos contentemos con las migajas, los trocitos de pan que caen al suelo de sus mesas de comilonas.
Si algo tiene este sistema para ser tan longevo y perfecto es que se amolda a todo, recuerda, todo vale lo que estés dispuesto a pagar. ¿Y si giramos nosotros ahora la rueda? Poco tenemos que perder y mucho por ganar porque no se si habéis leído en los periódicos algo sobre pobreza energética y miseria cotidiana. El asunto es serio. La pobreza mata y mata mucho.








estuve a punto de unirme a ellos. La verdad es que yo que no me considero nada amigo de la violencia también pensé en unirme a ellos en la idea de ir a pegarle fuego al mundo. Se me pasó por la cabeza aquello de que por bastante menos los vecinos del norte sacaron a pasear la guillotina y empezaron a afeitar a la gente al raso. Por suerte la ira se me pasó pronto. “Calmaaaa, total, ¿qué más te da unos siglos más de feudalismo?” Y eso, conseguí calmarme un poco y ponerme a escribir esto.
dicen que no era mucho más que un jarrón chino en todo esto. El asunto (aunque lo hayan enterrado entre almohadones perfumados para que no oigamos los gritos ni olamos la peste) afecta directamente a la monarquía, una institución que actualmente sólo se puede sustentar a partir de la ejemplaridad, si es que a estas alturas del baile todavía quedan ganas de buscar algun motivo para sostenerla. La ejemplaridad, justo eso que sigue en caída libre desde aquello de los elefantes (preguntáselo al anterior Rey). Sólo faltaba ver como los allegados a la Casa Real se dedican a “meter la zarpa” enorme de un jugador de balonmano en la caja de todos. En esa caja en la que falta el dinero para poder pagar las medicinas para curar el cáncer de nuestros hijos o mantener a nuestros dependientes ¿asqueroso, verdad? Pues todavía lo es más si ves como en este juego entran políticos serviles, que hacen buena la frase de “por ser vos quien sois” y se entregan al peloteo y de paso al pelotazo. Todo con una apariencia de impunidad que después de leerme la sentencia (un resumen, no vayáis a pensar) queda más que constatada en algunos casos.
sentarse “contra viento y marea”, porque no pudieron evitarlo. Se sentó con su marido a pesar de las leyes pero claro, al final se cumplió lo que ya se veía venir, una sentencia muy blandita, un cachete que queda lejos de la gran colleja que nos hubiésemos llevado nosotros. Hace falta mayor transparencia, los ánimos están muy alterados y la verdad, me parece que ya mucha gente está buscando en los cajones con la furia del que se siente defraudado, engañado y desesperado, verem
supuesto, 
de
para “pasar el sombrero”. Advirtió a Rajoy de que tendrá que “arrimar el hombro” y poner más fondos en la OTAN para la defensa europea, lo que teniendo en cuenta la acostumbrada postura genuflexa de nuestro presidente que confunde sentido común con servilismo rastreo me hace pensar en que podemos ir haciendo un agujero más al cinturón porque van a recortarnos más en los presupuestos de este año. Ya no se en que más se nos puede recortar sin que muramos por la calle de inanición. ¿Pero es que nadie va a decirle a este hombre que todo tiene un límite y que no nos queda más pelo para tomar? ¿Es que jamás vamos a verle haciendo su trabajo?
que se encargan de meternos en nuestras cabezas la mayoría de las televisiones con su programación de “atontamiento general” no nos damos cuenta de lo muchísimo que llevamos tragado y de todo lo que estamos perdiendo a manos de un voraz y bien ideado sistema que se nos zampa por los pies para alimentar a los opulentos. No nos damos cuenta de que ya hace tiempo que nos han tirado, con un fuerte patadón en las posaderas, al pozo de la podredumbre social. Un pozo que parece que sea como ese enorme agujero de Rusia, en Kola, que no parece tener final y hasta dicen que se oye al propio Pepe Botero gritar que somos unos ingenuos. O mejor todavía,
muchos de nosotros suspiramos hoy en día porque a lo que aspiramos es a poder llenar la despensa de casa con eso a lo que llaman un trabajo, por días o por horas en el que no podemos ni rechistar, no vaya a ser que montemos una huelga y nos vayan a sustituir por HAL 9000, Terminator, una máquina expendedora o algo parecido. Porque no se si sabrán ustedes que la ponencia del TC, en el asunto de Telemadrid, consideró que
es verdad) pero se nos ha dado como única opción, como remedio, ni más ni menos que la opción del neoliberalismo extremo que hasta nos sube la luz justo cuando hace frío, permitiendo que nos congelemos por no poder pagar y prometiéndonos un bono social a la llegada del buen tiempo. Nos proponen salvarnos del fuego con un incendio, no está nada mal la oferta, ¿verdad? Pues me parece que hasta nos la hemos creído.