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Desde que el mundo da vueltas los de la especie humana nos hemos pegado a brazo partido para ir liberándonos de cadenas para conseguir ir cambiando poco a poco unas por otras sin dalidarnos cuenta de que muchísimas de ellas son autoimpuestas porque siempre acabamos poniéndonos los grilletes nosotros mismos. Suena raro, ¿verdad? Pero no me dirás que la Historia de la humanidad no se puede resumir en que un grupo se rompe la espalda para conseguir liberarse de unas obligaciones y cuando lo consigue va y se ata a otra cosa igual o peor que la anterior. Así ha ido moviéndose la Historia y así seguirá, a trancas y barrancas, somos incorregibles. Al final Orwell en “Rebelión en la granja” no se equivoca en nada (¿No lo has leído? Permíteme que te lo recomiende)

Un ejemplo es lo que hemos vivido estas últimas décadas. Las jornadas laborales han ido reduciéndose, sobre el papel, porque en la realidad nos da la risa histérica cuando leemos esto y tenemos que currar de sol a sol con una sonrisa de gratitud pegada en la cara, no vaya a ser 20060722022000-tiempos-modernosque el jefe se enfade porque “la cosa está mú malamente”. Pensamos que hemos ganado pero no caemos en que para que los de abajo consigamos algo los de arriba también han de sacar tajada. ¿O es que olvidamos aquello de que “la banca siempre gana”?. El caso es que dicen que trabajamos menos horas y tenemos más “tiempo libre”, entonces nos surge el “tener que hacer algo” para llenar ese tiempo, no sabemos estar paraditos, contemplando el amanecer o disfrutando de algo que nos llene el alma. No es que se trate de tirarnos a la vida contemplativa pero es que nosotros nos encargamos solitos de agobiarnos por estar siempre “haciendo algo” sin darnos cuenta de que nos cargarnos otra cadena al cuello y que curiosamente nos cuesta dinero ¿y quienes son los que lo ganan con eso? ¡Voliá!, los de siempre, los que nos han resumido nuestra vida en un mero acto de consumismo.

Nos han inculcado aquello de que el ocio sin hacer nada es pereza y que en el tiempo libre hay que cansarse, hay que hacer cosas y contarlas, apuntarse a un gimnasio, practicar redes.jpgdeportes raros y carísimos, comprar cosas, ir de vacaciones a lugares de los que volveremos cansados y sin un clavo, documentarlo todo en mil redes sociales para hacer los dientes largos y provocar la envidia del que lo vea. Aunque en realidad estemos deseando volver a la rutina para sentirnos tranquilos un rato,  así seguirá la rueda. Al final la desnaturalización del tiempo libre nos ha llevado a transformar NUESTRO tiempo libre en un tormento que no es descanso ni nada que se le parezca.

En la Grecia clásica se llamaba ocio al tiempo dedicado a la reflexión, a pensar en uno mismo y sus creencias. Hoy es más bien lo contrario, el ocio es un gasto que se paga, y se paga caro. Se trata de mantenernos ocupados para que no pensemos en nada, no vaya a ser que nos napoleondemos cuenta de nuestra esclavitud y dejemos de generarles beneficios, además, si te paras a pensar Umberto Eco tenía razón al decir que como nos han puesto las herramientas nos hemos transformado en espías los unos de los otros (la verdad es que la Stasi hubiese alucinado con Twitter, Facebook o Instagram). No podemos quedarnos en paz un rato, hemos de hacer o aparentar hacer más que el otro,  es la deshumanización total en la que estamos viviendo.

Hace años estábamos preocupados por si nos substituirían por robots pero puede que lo que haya ocurrido es algo más terrorífico y mucho más económico, nos han transformado a nosotros mismos en robots que ya sólo tienen dos derechos, consumir y morir. ¿Te has parado a pensarlo alguna vez?

lennon

 

Cuánto tiempo hace que caminas como sin rumbo por la calle y no te paras a ver un atardecer, escuchar la lluvia (bueno eso es porque no llueve, al final los viejos contarán a los nietos que llover consistía en que caía agua del cielo) o respirar un poco de aire en el parque? ¿Cuánto hace que no quedas con los amigos simplemente para charlar, con los móviles apagados (si, tienen un botoncito en un lateral para hacerlo), verse las caras sin webcam y compartir unas sonrisas más allá de los emoticonos del Whatsapp que nos tiene secuestrados a todos? ¡Pues todas esas cosas son gratis!.

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Estamos enfermos y no lo sabemos. Hace demasiado tiempo que ya sólo parece que 113626_la-felicidadlos yoguis y los grandes ascetas disfrutan y son felices sin tener la necesidad de acumular más y más cosas que una vez están en nuestras manos descubrimos que no nos hacen felices sino más bien lo contrario, nos esclavizan y se transforman en un puente para conseguir algo más grande y exclusivo. Queremos el último modelo de artilugio “buenoparanada” porque estás seguro que si acabas consiguiéndolo vas a ser “lo más”, hipotecas hasta a tus nietos por conseguirlo, pero “ná” te sientes igual de pringado. Lo que parece claro es que algo hacemos mal, ya no es la búsqueda de la felicidad lo que nos mueve sino el gustirrinín ese que nos da (humanos que somos) tener más que la vecina del quinto, enseñarlo y que le reconcoma la envidia cochina.

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¿Alguna vez has llegado a pensar que no necesitamos casi nada de lo que nos meten en la cabeza para tener una vida agradable? Igual esta es la gran trampa del trabajo_8capitalismo salvaje que vivimos. Con ella nos tienen atrapados por el pescuezo, nos han hecho creer que la vida se reduce a una lucha por amontonar, al estilo Diógenes. Nos hemos transformado en simples robots que mueven la rueda para retroalimentarla una y otra vez, hasta el infinito. Ha sonado muy raro, me explico: Nos matamos trabajando por unas monedas (que en realidad no tienen más valor que el que les dan los capitostes), con ellas compramos muchas veces cacharros inservibles que otros robots fabrican, nos quedamos sin blanca y seguimos trabajando para conseguir más monedas y vuelta a empezar. Es una rueda no muy distinta a la de los Hamsters, pensémoslo.

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Ahora que estamos en verano, que las horas parece que se alargan un poco más y que muchos se marchan de vacaciones igual es un buen momento para intentar volver a las

Foto de Arturo Part Martín

Foto de Arturo Part Martín

cosas sencillas, a las cosas que no requieren ni complicaciones, ni gastos ni siquiera WIFI de Gowex. Cosas como parar en un banco al atardecer (de los de sentarse que los otros dan grima) y disfrutar de una puesta de sol, sucede a diario pero la pantalla del Iphone no nos deja ver. Entonces descubriremos que la felicidad no entiende de ideología, ni de economía, ni de bolsa ni de hipotecas ni del FROB. La felicidad es más simple que todo eso, está en nosotros, hemos de saber cultivarla con cosas simples y humanas que al final son las que nos llenan. Entonces descubriremos que la vida no es un asco, como nos están haciendo creer incrustándonoslo a martillazos en nuestro ADN para así hacernos sentir desgraciados y mantenernos aborregados a su merced.

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Hoy quisiera desearos de todo corazón que seáis capaces de encontrar ese momento de paz y felicidad que os merecéis, esa puesta de sol que llene vuestras almas. Yo voy a intentarlo, me hace mucha falta.

Quiero daros las gracias por casi dos años ininterrumpidos acompañándome desde vuestras pantallas. Muchas gracias. Os repito lo de siempre, porque de verdad lo creo, sin vosotros este blog no existiría. También quisiera deciros que me marcho, me marcho de vacaciones unos días (no vayais a pensaros que os libráis de mí tan fácilmente, que soy muy pelma) Si os apetece, nos vemos por estos andurriales el próximo 27 de Agosto (anda, una cita). Volveremos con más fueza y alguna novedad!