Si es que la verdad es que por aquí no solemos hacer las cosas de una manera lógica rarillos somos un rato. Lo digo porque seguro que a nadie se le ocurre

organizar en un par de semanas una cumbre sobre el clima en una ciudad que hizo lo imposible para cargarse la iniciativa de mejora medioambiental, resulta de chiste. No se si te acuerdas de aquello de Madrid Central y de un alcalde que nada más llegar intentó cargarse todo aquello con un borrador gigante sin que le importase demasiado eso de que no se puede respirar en la capital o que se tenga que frotar con una espátula la carbonilla en las fachadas de algunos edificios. Imagínate tú como andarán los pulmones de los que se pasan el día yendo de aquí para allá en bicicleta repartiendo paquetillos. Su futuro es más negro que el carbón, si no son atropellados van a acabar con los pulmones de cartón pero bueno, eso son daños que no parece importarles demasiado al alcalde y a su cuadrilla. Lo que importa es que los paquetes lleguen al precio que sea, ¿Verdad?.
Pues bueno eso es lo que se han encontrado los que han venido a la cumbre del clima que nos llegó de rebote. Y eso es lo que se encontrará Greta Thunberg,

una niña que se ha convertido en una voz de esperanza en un mundo en el que importa mucho más la fachada que la realidad, en el que vende más una niña que tres mil científicos ¿pero sabes una cosa? Si no escuchamos a la ciencia, no hacemos caso a las tormentas, sequías, lluvias y huracanes fuera de tiempo que padecemos pero prestamos oídos a una joven venida en catamarán desde la otra parte del atlántico en plena malamar pues perfecto, por lo

menos el mensaje estará llegando y al final eso será bueno para todos. La cuestión es que de una vez por todas queramos ver que nos estamos cargando el planeta (y no es una frase hecha). Somos tan suicidas que estamos llenando de carbonilla nuestro mundo, reduciéndolo a un vertedero como si tuviésemos otro mundo al que mudarnos, como si no no importase lo más mínimo nuestra nave espacial en la que nacimos y crecimos y que a este paso tendremos que abandonar, si es que podemos hacerlo. Peor bueno igual es que somos cochinos por naturaleza y enguarramos todo lo que tocamos, la orbita de la Tierra y hasta la Luna donde dejamos toneladas de cacharros cuando a los Apolo.
Espero de todo corazón que los dirigentes que han caído por Madrid hayan venido a algo más que a comerse los canapés y consigan concienciarse de que

esto se acaba. O espabilamos o acabaremos desapareciendo. Aunque llámame cenizo pero no creo que saquemos mucho de esto, algunos de los mayores estados-chimenea han gritado pasapalabra. Ni Estados Unidos, ni China, ni Rusia estarán representados por sus presidentes, Donald Trump, Xi Jinping y Vladímir Putin, respectivamente. Tampoco estará presente el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, el país que contiene la selva del Amazonas. Mal andamos
Igual nos faltaría concienciarnos de que no pasará nada si desaparecemos nosotros, puede que nos toque tener un poco de humildad y aprender de la
historia. También los dinosaurios poblaron la tierra, también la colonizaron y mira tú que cosas, desaparecieron y vinieron otras formas de vida a llenar el vacío. Igual deberíamos darnos cuenta de que si no cambiamos el rumbo dentro de unos millones de años quizá acaben nuestros esqueletos fosilizados en una vitrina. Igual es algo en lo que no han caído los mandamases venidos a Madrid a hablar, sólo a hablar sin pensar que las palabras sin hechos son la nada, unos sonidos que el viento se llevará. La nada, los que nos espera si no espabilamos, eso si no es ya demasiado tarde.








vienen a la cabeza esas señoras muy señoronas pavoneándose, coquetas, con sus soplillos en el palco de un teatro madrileño en mitad de una representación de
con sus hombreras imposibles agitando unos flabelos que seguro que provocarían grandes tifones en Australia, por
consiguió helarnos la sangre en plena ola de calor esta en la que hasta las piedras empiezan a derretirse. Resulta que para este hombre de mente preclara (que no sólo no ha sido cesado sino que encima se le aplaudió la ocurrencia por parte de sus compinches de partido) la solución
no es más que un reflejo más de la política que estamos sufriendo, la de aquellos que están a lo que están, a los que no les importamos un botijo y tienen tan pocas luces como para soltarnos necedades de este calibre. Aquellos que no son más que esbirros del nuevo maestro del lenguaje, nuestro presidente, que nos enloquece cada vez que abre la boca e intentamos averiguar lo que nos ha dicho. No se si será que mi intelecto no me llega o que el calor me ha fundido el cerebro pero, oye, que no entiendo yo la lengua críptica que se gasta este hombre. ¿Y lo peor de todo? Que las circunstancias harán que le toque pronunciarse sobre como hacer frente al calor, veremos si no nos sugiere que nos soplemos los unos a los otros.
tanto que ya es como para pensar si estamos ante un fenómeno meteorológico sin más o un efecto palpable de que nos hemos cargado el planeta, y esto no se soluciona con abanicos. Supongo que a alguno de los sabi-hondos de turno se le habrá ocurrido poner aire acondicionado en todos los espacios cerrados y combatir así el agobio. Está claro que esto no es la solución pero algo habremos de idear porque este calor no parece natural. Los expertos nos cuentan que
cosa de ciencia ficción o películas de catástrofes. A
nuestra existencia en sentido literal. Se debería acometer una política a gran nivel y además urgentemente porque el deterioro medioambiental se nos va de las manos y no tenemos nada con lo que luchar. Teníamos el 



