El otro día, por pura casualidad, cayó en mis manos un informe de esos de los “sesudos” expertos de la U.E. El caso es que no se como cayó en el cajón del olvido y no nos dijo nada la confesional ministra a la que la Virgen claramente ha abandonado. Igual es que andan
dando color y forzando la máquina en otras noticias creadas para que “tapen sus muertos”. Bueno, al grano, el caso es que el informe hablaba de que dos de cada tres personas que consiguen un trabajo tras la crisis seguirán estando bajo el umbral de la pobreza. Igual para descubrir esto no hacían falta muchos informes sesudos, con bajarte a dar una vuelta por la calle ya bastaba. ¿Verdad?.¿Alguien se acuerda de los chistes aquellos de mileuristas? Pues ahora, los que antes eran los pobres del sistema son ahora unos privilegiados, porque cobrar mil euros hoy en día ya puede llegar a a ser mucho cobrar. Algo ha pasado.
En el informe se decía que el paro ha bajado algo, que los ingresos del Estado ya han subido un poco, que el índice de trabajadores que no llegan a final de mes ya no es tan descarado
(igual porque ahora ya no llegamos ni al día15) y que el nivel de hipotecas firmadas ya se ha recuperado. Eso sería el fin de la crisis, y ahí se quedan los que nos quieren vender ese producto. Nos dicen que la crisis ha acabado, pero será para algunos. También resulta que hemos recuperado el PIB, pero con muchos menos trabajadores y que el gasto familiar ha bajado. Vamos que trabajamos más, cobramos menos y los hogares son monasterios trapenses en los que los visillos de las cortinas son un lujo. Hemos perdido nivel adquisitivo hasta niveles del pleistoceno (y resulta que, en esto que esta semana todavía llamamos España, vamos en cabeza en el ránking). Y si además tenemos en cuenta que no hemos recuperado lo perdido cuando los que organizaron esto se hicieron con los gobiernos de las naciones y empezaron con aquellas historias de la austeridad y el recorte ya sabemos de donde salen las cifras para el aumento del PIB, de nosotros mismos, de nuestros médicos desparecidos, de nuestros científicos investigadores en el exilio forzado y de nuestros hijos sin coles (si es que, al final, 2+2 suelen ser cuatro).
Algunos dicen que hemos salido de la crisis porque se han hecho reformas cuando puede que sean justo esas reformas las que nos mantienen ataditos a ella. La reforma laboral se ha cargado la negociación y posibilita a los grandes empresarios tener trabajadores a los que
paga salarios de risa hasta que se harte de ellos porque igual desde la revolución industrial nunca fue tan fácil deshacerse de un currante que sólo les sirve para aumentar su riqueza. Al final esto es fácil de entender; trabajamos más, cobramos menos y recibimos menos servicios ¿Has pensado en quién se queda con la diferencia? Pues por eso mismo digo que si la crisis ha acabado es porque han ganado unos y perdido otros, como siempre.
Han ganado los de siempre, los que nos engañaron diciendo que redundarían el capitalismo y
que debíamos apretarnos el cinturón “para salir de esta” y después nos veríamos recompensados. Al final no han hecho más que reforzar la desigualdad y aumentar la riqueza de los súper ricos. Mientras tanto los trabajadores seguimos perdiendo derechos en nombre de la productividad que ya se acerca a ser sinónimo de esclavitud. Pero claro, la productividad crece y eso es lo que les importa.
Ahora parece que vayamos a vivir la misma maniobra pero con nuestros derechos más básicos. Como dinero ya no nos queda ahora vienen a por nuestras libertades aunque sea a
bordo de un barco de la Warner. El esquema es fácil, tenemos un peligro (o lo inventamos), nuestro gobierno nos crea una alarma, nos deja al borde de la psicosis colectiva hasta el punto de que volvemos a poner a los nazis en el parlamento alemán y empieza a recortarnos derechos básicos. Nosotros aceptamos porque tememos el bombazo o que unos separatistas se carguen el País. Nos dicen que eso es temporal y que se nos devolverá todo “cuando pase el peligro” pero el supuesto peligro no pasa nunca. ¿Verdad que esa canción ya nos la sabemos?.








permitir. 
expresión con la Ley Mordaza y en nada llegaremos al punto aquel que contaba el abuelo, cuando “los grises” requisaban multicopistas porque no había derecho de imprenta (¿a que te suena de estos días?). Alucinamos con Venezuela pero no nos damos cuenta de que aquí, en 2017, la censura permite bloquear páginas web o una circular de Correos dice que cartas se envían y cuales no. ¿Te parece normal?. A este paso en cuatro ratos recuperarán el delito de sedición ese que nos costó mucho eliminar
en 1995 y querrán aplicarlo retroactivamente (son capaces). De hecho, un Fiscal General recusado por las Cortes propone hacerlo mientras amenaza con detener al President sin que lo haya dicho antes un juez. Parece una tontería pero con la represión de un Gobierno sin ningún tipo de tacto, que se dedica a condecorar vírgenes o santos y a perseguir a unos pero no a otros, podremos acabar todos en la cárcel (como mínimo) porque están dinamitando la seguridad jurídica que debiera existir en un Estado de Derecho. Y no parecen tener límite.
poda de libertades en la que ya no recordamos los escándalos del PP, los incendios y “perdidas de expedientes” judiciales, que no recuperaremos 40.000 millones regalados a sus amigos y que nos quitaron de la boca de nuestros necesitados o que Pujol y su cofradía andan camino de Andorra con billetes de 500€. No se, a mí me parece que estamos viviendo una obra teatral en la que cuando se levante el telón Venezuela nos va a parecer un sueño. Y todo sin que nosotros hayamos hecho nada por evitarlo.
todo es un paripé. Según él el día 30 de Septiembre el Govern y el Gobierno se entenderán, todo quedará en nada y a nosotros nos dejarán participando en el “Me cambio de década” y al borde de la reinstauración del Santo Oficio, agradeciendo no vivir en Venezuela (Eso si que es malo, lo dice la tele) y preguntándonos como ha llegado la dictadura. Todo eso sin que nos hayamos siquiera enterado. Si ocurriese mereceríamos que los espíritus de nuestros ancestros nos corriesen a collejas.
que el planeta estaba cerca de hacer ¡BOOM!. Es para planteárselo porque las catástrofes se suceden terremotos, huracanes, Trump, Corea del Norte, Rajoy, ISIS… Espantos por todas partes. Pero los que se llevan la palma son los americanos, entre terremoto y huracanes más salvajes de lo habitual, puestos en fila india, (como en la cola del paro de septiembre) no les da el cuerpo para sustos y eso que con Trump ya andaban listos, pobres.
Todos hemos visto imágenes por la tele, tantas que a muchos de nosotros nos ha parecido que encendíamos la TV y empezaba a notarse cierto vientecillo en el comedor de casa (me decían que el ventilador tenía algo que ver, pero claro, aceptarlo quitaría la gracia de la cosa). Hasta a Trump parece que se le haya cambiado el pelo ese tan raro. Pero ya que hablamos de Irma y su familia, ¿verdad que parece que los huracanes haya
aparecido, de repente en USA sin pasarse antes por otros sitios como Cuba? Nos cuentan todos los desastres que han pasado en Ford Laureade, en Los Cayos y en todos esos sitios donde conducen rancheras, hacen surf y tienen casas modernas. Pero¿Y en La Habana? Parece una tontería pero no es lo mismo que se te lleve el viento en Miami o en Tampa que en el Malecón, Las Tunas, Camagüey o Ciego de Ávila. Hasta para esto hay clases y clases.
chalados dispuestos a hacernos la vida imposible (en sentido literal) en este planeta. Cuando leáis esto no se si ya estaremos en un mundo pos-apocalíptico, a lo Mad Max, patrocinado por alguno de los pepinos de Corea del Norte o por una machada de Trump en un intento de demostrar quién la tiene más grande, porque al final se trata de eso y de nada van a valer las «sanciones» de Naciones Unidas. No hemos evolucionado casi nada desde las cavernas, seguimos aclamando al matón del patio y eso condiciona mucho. Tanto que no se si temer más a que se me lleve el huracán de turno o a que nos desintegren de un bombazo.
que hasta que no tengamos el fregado en el descansillo de casa no sea urgente. Estamos a punto de que un huracán se lleve por delante el país tal y como lo conocemos pero continúan diciendo que no pasa nada. Nos cuentan que lo de Cataluña es un problema político con cuatro gatos pero, ¿nos lo podemos creer? Eso de simplificar las cosas tanto no suele llevar nunca a la verdad porque impide que nos hagamos nuestra propia imagen. El huracán de Cataluña no es una tontería de unos iluminados descontentos que se levantaron con el pie izquierdo. Igual en eso de romper con todo tiene algo que ver la economía, la pachorra y el hartazgo de Moncloa. Todos estos factores se suman y claro acaba creándose como respuesta un vendaval que se acerca ya a fuerza 5 y que avanza hacia el 1-O como podría haberlo hecho en otra dirección. Sólo queda esperar a ver si se detiene la batalla entre los gobiernos aplicando el menos común de los sentidos, el sentido común, pero lo veo verde
apetecer quedarse donde hasta el fuego se permite quemar la Ciudad de la Justicia de Valencia, justo ahora, sin que pase nada. Si señores, de Valencia justamente, ¿no es como para que te dé la risa?.
quedaban de muerte con vinagre y papel de periódico ¿Has comprado alguna vez algo que funcionaba bien hasta que un día, como por arte de magia, se muere en tus manos?. Seguro que muchas veces te ha pasado que has comprado algo que te ha costado un riñón, después te has arrepentido de ello y no has encontrado otra solución para tu atormentada alma más que salir corriendo al Zara en una excursión terapéutica, con la Visa en la boca. ¿Qué nos esta pasando?
menos me dio la cosa esa el otro día trasteando por Amazon a punto de comprarme un colisionador de hadrones de bolsillo que vi de oferta (muy práctico para yo que se que). No sabes la rapidez con la que cerré la APP y el gustazo que me dio. Desde entonces ando convencido de que Marx se equivocaba con la religión, de ver como estamos hoy en día hubiese gritado que el consumismo es el opio del pueblo. Acto seguido se hubiese hecho fraile capuchino.
USA, después de la Gran Depresión y la II Guerra Mundial cuando se dio el salto a la economía de consumo y pasamos a ser consumidores (cosas de la evolución, parece ser). Ya nunca más seríamos ciudadanos o seres humanos, sólo consumidores. Desde entonces la cosa ha ido a más y ahora ya no somos más que unos seres que viven para comprar, que no conocen otro ocio
más que ir a los centros comerciales (bueno, eso era antes, ahora con Amazon ya ni eso) a gastar un dinero que cada vez nos cuesta más conseguir, porque eso de trabajar está muy mal y si lo consigues casi seguro que no vas a salir del “club de los pobres”. Ah!, ¿Pero de te había ocurrido creerte eso de que «ya hemos salido de la crisis»? Entonces lamento pedirte que te cojas la escalera y te bajes ya del guindo (aunque Bañez diga lo contrario). No saldremos nunca de esto mientras nos empeñemos en dejar nuestras carteras abiertas en manos de los que nos dicen que todo se puede comprar y vender.
“pepinaco” de bici como si fueses a correr LeTour o el cacharro más moderno. Con ello consiguen que el dinero no deje de fluir hacia sus bolsillos transformándonos en una especie de esclavos que trabajan para ellos para conseguir un dinero que invertimos en comprar, a precio de oro, las cosas que ellos mismos nos venden. Párate a pensarlo, es escalofriante.
bien lo contrario. No necesitamos casi nada para ser felices. ¿Te has parado a pensar que una puesta de sol, un poco de amor de los tuyos o un soplo de aire fresco son cosas que no cuestan dinero y realmente reconfortan el alma? Piensa en que puedes romper esa rueda y ser un poco más feliz. No te sientas culpable por no ser “el más moderno”porque igual de lo único que somos culpables es de ser víctimas del marketing. Hasta el planeta te lo agradecerá.
basta con que entiendas que el consumo responsable puede conseguir que seas más feliz y hasta que tengas más dinero en el bolsillo. Además generarás menos basura y oye, eso se agradece. Si cada vez fuesen más los que pensaran antes de tirar de Visa el modelo se vería obligado a cambiar. Volveríamos a producir cosas “bien hechas” y con un poco de sentido común, como las sábanas de la bisabuela que todavía son blancas o tu primer móvil, ese que encontraste el otro día en un cajón y todavía funciona. Si consiguiésemos sacarnos de la cabeza el comprar por comprar y el usar y tirar que tenemos en el ADN seguro que todos seríamos más felices.