Bueno, espero que ya hayamos comido todos los polvorones, turrones y compartido mesa con la familia, sin que nadie haya resultado herido ni
haya asesinado a los cuñados y/o otros miembros de la parentela. Nada, cosas típicas de estos días en los que nos reunimos todos juntos para comer, comer otra vez y beber, volver a beber (como los peces en el río) y empezar de nuevo a comer, en un ciclo que puede acabar en urgencias o recurriendo a San Almax Bendito. ¿Sabéis una cosa? En el fondo soy de esos a los que le gusta sentir cerquita a los suyos. También a vosotros, porque ahora que estoy escribiendo esto me doy cuenta que llevamos más de cuatro años juntos embarcados en este esquife y esto ya da como para que formemos parte de una gran familia. Muchísimas gracias de todo corazón.
Para mi estos días son especiales, más allá de religiones y convicciones varias porque, si te paras a pensar ¿que más dará que nos reunamos por una causa u otra si nos vemos todos juntos de nuevo?. Dicen los historiadores
que estos días ya se celebraban antes de la llegada del cristianismo, la llamaban “Sol Invictus”. Es curioso, no montaban belenes y no le tiraban la culpa a Carmena (no ella no estaba, creedme). El caso es que estos días tienen eso mágico que hace que no importe el escenario en el que nos reunimos, la cosa es estar de nuevo con los tuyos, aunque sea en la cafetería de un hospital (ya vendrán tiempos mejores). Por lo menos no estamos en unas trincheras llenas de barro como los soldados que salieron de ellas en la nochebuena de
1914 a jugar al fútbol y cantar villancicos. Ni esta noche, en mitad del mar, jugando una partida de cartas con la muerte, en busca de una tierra prometida que les dará la espalda. O en una ciudad machacada por los bombardeos y la sinrazón, olvidada del mundo a no ser que en los informativos necesiten algo de sangre. Deberíamos acordarnos estos días de toda esta gente que ni ha vivido la navidad ni espera nada más que no sea poder llegar vivos a ver el nuevo año que se acerca.
Este 2016 nos deja, ya le quedan un par de telediarios. Y si queréis que os diga la verdad, para mí, ha sido uno más de esos que deberíamos conseguir
olvidar. Un año en el que nos ha llegado Trump, hemos renovado gobierno de “los de siempre”con escándalos y mangarrufas incluidas, un año que acaba sin que aprendamos que ofender a una mujer, o permitirlo, no te transforma en «más hombre» sino en una bestia impresentable. Un año en el que hemos continuado permitiendo que mueran seres humanos en el mar, en el que las guerras sin sentido continúan dando noticias sobre carnicerías y en el que la brecha de la desigualdad ha ido creciendo cada vez más y más, permitiendo muertes por miseria. Todo porque nuestros gobernantes siguen más interesados en eso de rescatar autopistas que en dar de comer a quiénes lo necesitan. Vamos, un año más como los anteriores (y ya llevamos demasiados). Pero, si me permitís, un poco más triste porque nos faltarán, sólo por citar a algunos, las canciones irrepetibles de Leonard Cohen, el misterio de Bowie; el ritmo de George Michael; los versos de Marcos Ana; la magia de Eco; las risas con Chus Lampreave; el último icono de la política del siglo pasado, Fidel y hasta la mismísima Princesa Leia (Carrie Fischer) a quién espero que la fuerza le acompañe allá donde esté. El mundo
va a estar un poquito más vacío sin ellos. Pero nos quedará su obra y todo un camino por delante para conseguir que, por fin, el 2017 sea nuestro año. El de los que no perderemos la esperanza en que entre todos podremos dar la vuelta a lo que estamos padeciendo y conseguir retomar el camino que en algún momento perdimos. Seremos capaces, lo sé, porque como nos dijo V.Andrés Estellés “Llegará un día en el que ya no pordremos más, entonces lo podremos todo” (Perquè hi haurà un dia que no podrem més i llavors ho podrem tot). Estoy convencido de que ese día ya ha llegado y nuestro año va a empezar. Y si no lo fuese, recuerda que siempre podremos tomar Manhattan y después Berlín.








como HSBC,GPMorgan y Credit Agricole esta crudelísma sanción,
bancos 1700 millones por intentar darnos el “gran golpe” haciendo eso mismo, manipular el Euribor. ¡Si es que no escarmientan! Siempre están siempre a la que cae para intentar sacarnos las telarañas que nos quedan en el bolsillo porque allénde los mares, en USA, también están recibiendo multazos de dimensiones estratosféricas. No se inmutan, les da igual. Tanto que llego a pensar que lo de las multas no es más que una trola para que creamos que les controlan. Igual pagan y todo pero después nos suben las comisiones un poquitín y todo arreglado.
al comportamiento de los barcos corsarios en que se han transformado los bancos vamos listos. Resulta un tanto significativo ver como a Lagarde (esa señora tan humana que llegó a
viento la igualdad de los ciudadanos ante la ley! Seguro que si nosotros hacemos menos de la mitad nos encierran y tiran la llave. Ya podemos hacernos una idea de como funciona la justicia al respecto. Y si además nos percatamos en que tres de los últimos mandamases del FMI,
un rey bigotudo, bisabuelo del actual y que salió de España por piernas antes de la Guerra Civil) se daba
dejó al Congreso de los Diputados ojiplático con una frase que si te paras a pensar es una verdad como un templo “Ustedes hagan las leyes que yo haré los reglamentos”. Esta frase encierra una verdad de esas que dejan helado al mismísimo infierno y que con el paso de los tiempos continúa siendo lamentablemente verdad en muchos casos. Romanones dejaba claro que el legislativo podía aprobar leyes pero la pieza para aplicarlas (el Reglamento) era cosa del gobierno y que él mismo se encargaría de dar la vuelta a la ley como un
calcetín con un reglamento bien engrasado. Al oir eso todos se quedarían petrificados y supongo que volverían a casa cabizbajos, con la cabeza en una bolsa de papel con agujeritos. Esta es una de las frases que definen para siempre el espíritu de un político y sus maneras, ¿verdad? Pues bien, nuestro Presidente del Gobierno nos dejó el otro día una perla igual de demoledora pero con menos perfil y glamour que la del Conde (todo degenera, ni los autoritarios de hoy son como los de antes). Y poco se ha hablado de ello.
creemos en la democracia. Nos hizo recordar aquello de
resto de iniciativas del legislativo pasarán directamente a la hoguera, creo que está pensando en prender de nuevo el vertedero de Seseña, no se. Falta saber si el la Mesa del Congreso dejará pasar algo que al final pueda parecerse a una Ley (hasta el momento, poco) o se dedicará a jugar a que todo siga igual. Bloqueando toda iniciativa, congelando la vida legislativa, dejando pasar lo suyo y frenando el resto. Sería lo suyo, así no haría falta obligar al jefe y sus amigotes.
la fuerza y lo de someterse a la fuerza nunca es bueno. Ya sólo faltaría que no cumpliese la ley (en el hipotético caso de que alguna vez la cumplan) aunque también es verdad que en eso de hacer como el Conde de Romanones y buscarle cinco patas a un gato o agua en mitad del desierto para encontrar una rendija por la que colarse, en eso sí son verdaderos maestros.
Tour. El único defecto es que tardará lustros en pagarla. No le hacía falta para el nivel modestillo de nuestras aventuras, en realidad fué al taller a comprar unas zapatas de freno nuevas pero claro, el sistema se puso en marcha. Una cosa llevó a la otra y con la ayuda de un buen vendedor el desenlace estaba claro. Él tiene una bici nueva, el taller ha hecho una venta y la fábrica ha colocado un producto. Sería perfecto si no es porque mi amigo no va a poder usar la bici, tendrá que invertir parte del tiempo de pedaleo en trabajar para pagar una letra más. ¿Surrealista, verdad? Pues no le dije nada, todos somos víctimas de estos detalles irónicos del sistema. Como dijo el Dalai Lama » El hombre occidental pierde su salud para ganar dinero, después gasta su dinero en recuperar la salud».
comunista. No es que yo a estas horas vaya a salir Bolchevique, pero lo que resulta innegable es que mientras existía algo “a la otra parte”, mientras existía un héroe al que temer el villano no se mostraba en su plenitud (o al revés,¿qué más da?). Ya se que esto viene de antes. Estamos viviendo el capitalismo desde el año de la mariacastaña, después de la caída del Antiguo Régimen y la revolución industrial, pero es verdad (y que me perdonen mis antiguos profes de economía) que después de las Guerras Mundiales nos dio por dar una vuelta más a la tuerca y hacernos consumistas pero todo tenía el límite de no saber que pasaba «al otro lado». En USA empezaron a meternos en la cabeza la idea de comprar como si no hubiese un mañana, de comprar para ser felices. La cosa empezó
siendo hasta simpática pero ya digo, lo que empezó de forma recatada y moderada se ha transformado en un sistema perverso que está llegando a su extremo. Ahora ya los objetos que se consumen y se tiran somos nosotros, los seres humanos en manos de monstruos y corporaciones que nos usan como Kleanex y a los que adoramos como los muñecos verdes de Toy Story al gancho. Y ahora, con la muerte de Fidel, último icono anticapitalista y la llegada del indescriptible mercantilista neoliberal, Trump, seguro que asistimos a la última aceleración de la perversión. El liberalismo salvaje ya se ha quitado la careta y se muestra como es, un sistema en el que, si no espabilamos, los mortales como tú y como yo seremos simples medios de producción a los que desplumar, consumir, y después dejar tirados en la miseria, en el olvido. ¿No ha empezado ya? Pues con las cifras de paro, miseria, recortes y desesperación que padecemos en España, casi que lo parece.
el que la banca siempre gana. Ojalá todavía estemos a tiempo de decir “basta”. Basta de ser tratados como máquinas de usar y tirar. Pero personalmente ya dejé de creer en cuentos de hadas, lo siento, estamos demasiado anestesiados (las elecciones en todo el mundo occidental lo demuestran). Eso sí, me asusta la velocidad a la que se están sucediendo las cosas, descontento, radicalismo, populismo, “outsiders”, crisis y un robo de derechos que no hace más que retroalimentar la rueda. Parece que este juego perverso tiene sus días contados, va a explotar de pura avaricia y el “BOOM” se oirá desde la Galáxia de Andrómeda. El sistema colapsará, se hundirá y nos veremos nadando entre tiburones. ¿Entonces seremos capaces de darnos cuenta y empezar de nuevo? La Humanidad, si de algo es capaz y lo ha demostrado, es de reinventarse a sí misma Millones de años de evolución no pueden quedar en esto. Esperemos.