
¿Qué queréis que os diga? Me repatalean las declaraciones de Cifuentes en las que dice que ella no va a hacer vacaciones y empieza a ponernos en la senda esa que nos llevaría a la pérdida de uno de los derechos más básicos que
tenemos los currantes, el descanso. Ya sabemos como funciona esta gente, empiezan por “dar ejemplo” y después van dejando caer puyazos hasta que llegamos a pensar que el que no hace lo mismo es un ser malvado que no quiere renunciar a un derecho al que, por ley, no podemos renunciar. Creo que esta vez no cuela, tenemos vacaciones porque nos las hemos ganado y nos las merecemos, por tanto de una cosa “voluntaria” y por gracia del empleador nada de nada, no olvidemos que las vacaciones son un derecho básico para los que se parten el espinazo todos los días y no vale aquello de meternos en la cabeza lo de “trabacaciones”.
No se si Cifuentes será familia de Wonderwoman o como decía mi amigo “esta no quiere vacaciones porque no trabaja” pero la verdad es que yo he llegado
este año a estas fechas justo, muy justo de gasolina. Ando cansado (muchos me lo habéis comentado, lo admito). Puede que sean los casi cinco años que llevamos juntos en esto, puede que sea que se me va secando el cerebro, que la vida social se ha vuelto un espanto monocorde o quizás que la aceleración perenne en la que nos hacen vivir llega a cansar a los que vivimos de currar pero esta vez no entiendo a Cifuentes ni a los “trabacadores”. Me marcho unos días, me marcho un poco agotado y con ganas de recargar las pilas porque si os cuento un secreto, la lucecita esa roja que te avisa que las baterías están a punto de agotarse ya lleva encendida hace rato. Os dejo por unos días aquí, en el blog, pero nos seguiremos leyendo, faltaría más! Leer todo lo que sea posible es una gran forma de vivir el descanso. Me marcho huyendo de los calores a buscar el fresco e intentar reconstruirme un poco porque ya tengo pinta de cuadro cubista.
Quiero dejaros unos deberes. Sed muy felices y disfrutad de los días largos y amables del verano. No dejéis que los que necesitan darnos cada vez más
vueltas de tuerca os los transformen en más de lo mismo. Sabéis que os aprecio y de todo corazón espero que descanséis y que nos reencontremos el próximo día 23 de agosto, llenos de energía y con ganas de dar la vuelta a esto como si se tratase de una tortilla de patatas (con o sin cebolla, en eso no me meto no vayamos a liar una guerra civil por esto). Me marcho con las ganas de que me den ganas de sentirme como Gardel en “Volver”, sería muy buena señal.
Por cierto, estoy muy ilusionado porque casi seguro de que este año voy a coincidir con alguno de vosotros. Si te cruzas conmigo no lo dudes dime algo, vas a tener un café y un abrazo asegurado. Feliz descanso!








carnaza. Que si sacando jugo de las piedras con la cosa de Catalunya, que si escándalos por todas partes en los que se han llegado a llevar hasta a Villar, el dueño y señor del único dios al que parece respetar esta sociedad, el «furgol», o incluso regalándonos los oídos con una reforma fiscal en la que se nos dice que la mayoría de los currantes ahorrará en impuestos cuando es mentira, seguiremos pagando impuestos indirectos salvajes hasta por respirar y además de aquello de redistribuir la riqueza nada de nada, no vayáis a pensar. No es casualidad eso de que los ricos cada vez lo sean más mientras la miseria crece y crece.
en “esclavos curris” ¿Os acordáis cuando nos dijeron que “era necesario apretarse el cinturón” allá por el 2008? Pues bueno, sólo a nosotros se nos cortó la respiración, porque a los de siempre… Ahora el cuento continúa con la excusa tecnológica, que si Uber, que si la robotización… El caso es que eso de hacernos trabajar como si nuestro esfuerzo no valiese un duro se ha consolidado. Y nosotros contentos.
moriremos de hambre o que se esté discutiendo la posibilidad de aumentar los salarios un 1,5 o un 2 por ciento cuando los precios lo han hecho más. De nada vale que los beneficios de los grandes hayan aumentado y se hayan quedado con ellos. El problema es otro, se han cargado la relación del empleador y el empleado, antes era una relación seria y simple, nos gustase o no. Uno daba empleo y el otro trabajaba, ese compromiso era sólido porque ambos se necesitaban mutuamente. Ahora todo ha cambiado, la relación se ha roto, se ha transformado en
contratos de “cero horas” en los que se trabaja de sol a sol, muriendo en el asfaltado de carreteras en plena alerta por calor. Consentimos relaciones “2.0” tipo Uber porque como “más cornadas da el hambre”, el trabajador ha perdido el respeto por sí mismo y acepta como algo normal el que aquí no se sale de la pobreza trabajando. Estamos dispuestos a trabajar por miserias “porque menos es nada”. Nos han inculcado la “mendicidad laboral”. Han transformado el trabajo en una guerra en la que no hay compañeros. Lo que antes era el “compi de mesa” ahora es el enemigo a batir por no ser el próximo en caer al mar o simplemente por raspar unas migajas. Eso nos afecta en nuestras relaciones sociales, nadie confía en nadie, vivimos como robots y nuestra vida se transforma en un infierno. Somos parias que trabajan batiéndose entre ellos hasta la muerte por nada, porque nada merecen (eso nos dicen) y lo que es peor, llegamos a creérnoslo y caemos en un estado en el que la autoestima y el aprecio por lo que hacemos es puro espejismo. Así nos luce el pelo.
70% de las familias no han notado nada y lo que es peor, se han resignado a que no les va a llegar. La precariedad se ha instalado, han logrado hacer que normalicemos el atropello, lo han institucionalizado legal y socialmente. ¿No deberíamos darnos cuenta de lo que nos han hecho?¿No deberíamos gritar basta e intentar recuperar un poco de la dignidad que nos han usurpado?¿De verdad no deberíamos hacer caso al eslogan de “El Corte Inglés” y aplicar aquello del “quiéreteme” ese tan raro? Igual en ello nos va la vida. Pensémoslo.
ello debemos buscarnos otros entretenimientos y aprovechando eso de que los días son largos y las piedras están a punto de derretirse tenemos la excusa perfecta para salir a la calle, después de la siesta que ya ha pasado la caloraza, y reunirnos para jugar al mus, tomar unas birras o una agua fresquita del grifo, que tampoco estamos para dispendios. Estos días volvemos a ver a gente que el resto del año se ha estado escondiendo bajo capas y capas de ropa. Ese “amigo-cebolla” que no sale a la calle y si lo hace sólo se le ven los ojos (oye, os aseguro que existe).
temo que les ha pasado al
haya tocado?). Bueno, lo que decíamos, el otro día se reunieron los tres expresidentes vivos de nuestra pseudodemocracia. Supongo que correría el morapio y después pasó lo que esperábamos, soltaron verdades de esas que dejan a las claras a qué juegan nuestros políticos con nosotros. ¿Recuerdas aquello de “Váyase Sr González”? ¿Recuerdas cuando pensábamos que juntar a Aznar con Felipe era como intentar mezclar agua y aceite? Pues ahora resulta que el
Puigdemont es un peligro… Todo sin pensar que si hemos llegado a este punto es porque ellos empezaron a recorrer el camino. Las cosas nunca van mal así, de repente. Esta gente sembró la semilla del desastre social que padecemos y ahora tenemos los frutos. Vale que este gobierno manirroto y cleptómano puede que haya alimentado el fuego pero también es verdad que no es más que un eslabón en la cadena, la misma cadena a la que un ExSocialista, un neoliberal asilvestrado y un salvapatrias ajenas pertenecen.
como les de la santa y real gana. No puedo estar orgulloso cuando, a pesar de admitir que hemos cambiado muchísimo desde cuando no hace tanto tiempo se perseguía a personas con la Ley de Peligrosidad Social, Vagos y Maleantes y «joyas» por el estilo. Hemos mejorado, pero todavía por la calle, en la piscina o en la playa miramos raro a esa pareja a la que se les permite casarse pero no aceptamos que vivan su amor en público. Por eso yo NO siento orgullo.
maricón a quién quieren ofender. No puedo sentir orgullo cuando al último de la carrera lo llamamos marica, no se, me parece que todavía nos queda mucho camino por recorrer hasta que nos demos cuenta de que NADIE, ni Gobierno, ni leyes ni homínido circulante por la calle tiene derecho alguno a meterse en mi cama y decirme como y con quien quiero compartir mi existencia, siempre que las partes contratantes consientan en ello.
tiempos, y herederos de aquella moral que nos ha traído tanta hipocresía y tanto dolor. Si los organizadores del desfile hubiesen sido como ellos habrían colgado el cartelito de reservado el derecho de admisión y hubiesen prohibido desfilar a más de dos que me vienen a la cabeza. Pero una vez más nos han demostrado lo que es tolerancia y que en este mundo cabemos todos. Si, había representación del hipócrita orgullo de los que durante todo el santo año están ninguneando o incluso insultando a miles de seres humanos, algunos de ellos afiliados o incluso dirigentes, escondiéndolos bajo las alfombras, sin mover un dedo por ellos (ni por nadie) y ahora quieren dárselas de tolerantes. Sorprendente pero había