No, no te voy a salir ahora cantando como Alaska y Dinarama. Por una parte porque canto fatal y no quiero que me tiréis las culpas si llueve en esta Semana Santa, en la que nos quedaremos un año más en casita. Y por otra porque tampoco es que venga al caso en estos momentos, no estamos para festivales. Me refería a esto de que los árboles no nos dejan ver el bosque y que una vez más, nos están tomando el pelo. Pase que salgan en Telecinco contándome la vida de cualquier famosete, aunque me importe tanto como los ritos de apareamiento del cernícalo macho (perdónenme los zoólogos y los cernícalos) pero a lo que me refiero es que ya llegan a jugar al despiste hasta en cosas como las listas de las elecciones.
A ver, seriamente, ¿A quién le importa saber si Toni Cantó se presenta en la lista de Ayuso? -O visto como se las gasta el camaleón en cuestión, en cualquier lista de cualquier partido- Lo que no entiendo es cómo alguien puede imaginar que las masas votarán a una persona experta en abandonos al electorado. Esta misma teoría la podemos aplicar a casi todas las listas de todos los partidos. ¿Te quita el sueño que en la lista del PSOE salga Irene Lozano o que Pablo Iglesias vaya a intentar el asalto a la comunidad de Madrid? De verdad, ¿Te importa mucho el nombre del que salga en la lista?
No se, llámame raro pero me parece que los partidos, todos ellos, se centran en que nos quedemos mirando la forma, no el contenido. Quieren que nos fijemos en las caras de las listas y que no se nos ocurra mirar un poco más allá. Igual interesaría muchísimo más saber que harán con los votos. Si Díaz Ayuso va a continuar apuñalando todo lo que huela a públic, conocer el abyecto plan de turno que puedan tener los de VOX o que haría Iglesias con la política social de la Comunidad de Madrid. Tampoco estaría de más que Gabilondo nos contase sus ideas sobre ayudar a los desfavorecidos o cómo reconducirían los de Errejón el esperpento madrileño. Esto por citar algunas nimiedades.
Pero esto no es sólo para Madrid. Ya llevamos demasiado tiempo viendo como la política en este país se ha vaciado, se ha transformado en una mera fachada para el graderío, como en “Bienvenido Mister Marshal” cuando el gran Pepe Isbert hace construir edificios de cartón piedra, meras fachadas, para aparentar y que no se vea que detrás no hay nada. Visto como hemos llegado a este punto, después de un año de pandemia a base de palos de ciego e inventos varios que no es que hayan funcionado muy bien precisamente. La verdad es que igual nos debiera importar ya muy poco el nombre del que esté en la lista, como si presentan al mismísimo Groucho Marx (muchísimo más solvente que la mayoría de lo que soportamos). Lo que sería genial es que nos expliquen cuales son las intenciones de cada uno, qué harán con nuestro dinero y qué van a hacer para ayudar a los que nos vamos quedando detrás en mitad de este desastre.








supervisar la información que llega al cerebro para hacer saltar las alarmas ante cualquier cosa que pueda afectar a nuestra supervivencia. El problema es que nuestro cerebro no tiene sentido del humor, no distingue lo que es verdad y lo que es mentira o lo que es realidad o fantasía. ¿Qué más le da? La idea es salvar el pellejo y a la mínima hace saltar las alarmas, libera cortisol y nos pone tensos como cuerda de funambulista. Los medios lo saben, saben que las noticias malas nos atraen más que las buenas porque necesitamos los inputs para conocer nuevos peligros “por si acaso”. Y es por eso que lo normal es que nos inunden a base de titulares horripilantes, necesitan audiencia y muchos “clicks”. Tanto abusan de ello que llegamos a pensar que no pasa nada bueno en el mundo y es más bien al contrario, lo que ocurre es que las buenas noticias no venden.
llegada del “enemigo público número uno”, el que provoca todos los males y el malo entre los malos. Tan tocados andamos que ya se dice que la cuarta ola de esta pandemia va a ser la de la salud mental y para eso, mira por donde que tampoco estamos preparados. La falta de recursos y el aumento de la demanda urgente de tratamientos psicológicos ante la avalancha de los que no andamos precisamente sobre una nube después de tanto confinamiento, incertidumbre y encierro no ha hecho otra cosa que sacar a la luz el hecho de que como se han empeñado en hacernos creer que vivimos en una
un psicólogo o un psiquiatra antes de que sea muy tarde o que, por lo menos debieras aprender a desconectar un rato de tanta mala uva, relajarte, cambiar la perspectiva, hacer yoga, meditación, salir a correr. Lo que sea para romper la espiral en la que andamos metidos y te haga recuperar un poco de aire. Si te sientes mal puede ser normal, no somos diferentes del resto de animales y nuestro primer objetivo es la supervivencia y el rosario de noticias contradictorias en las que un día se puede hacer algo, el día después no y que todos los santos días estén diciéndote que vamos a palmar todos en la próxima ola no han hecho otra cosa que ir destrozando poco a poco todos nuestros esquemas y nos sintamos hechos un guiñapo.
dormir… y tantas otras cosas que están afectando cada vez más y más a la mayoría de los humanos que nos ha tocado lidiar con “el bicho”. No creas que eres débil. Aunque en las redes sociales sigan apareciendo personajillos sonrientes, este virus nos ha afectado a todos. Nos ha dado la vuelta a nuestra vida como a un calcetín y nos ha hecho más vulnerables, más necesitados de ayuda. Justo ahora que dicen que no podemos tocarnos es cuando descubrimos el valor de un cálido abrazo para mantenernos en pie ¿Qué le hemos de hacer? Somos así, solo apreciamos lo que perdemos.