Si después de todo lo que estamos viviendo todavía alguien cree que va a poder tener unas Navidades ” normales” la verdad es que igual debería acercarse a la consulta del psicólogo o del psiquiatra porque algo no funciona bien en su regadera. Más que nada porque supongo que ya andaremos un poco escarmentados. Este año nada ha sido normal, no ha habido Domingo de ramos, ni jueves santo, ni semana santa, ni fallas, ni cohetes, ni viajes en verano. Perece que nos hayan robado el año y no pasó nada…. entonces, si no hay Navidad, ¿Qué pasa?
Este año hemos mal llevado eso de vivir sin abrazos, sin besos, sin las sonrisas que se ocultaron detrás de una mascarilla, sin comidas familiares y sin poder ver a nuestros mayores sin que exista un cristal de por medio. Nos ha dejado secuelas como surcos en la tierra seca, por supuesto, y más todavía si hemos tenido que decir adiós a un ser querido sin podernos despedir. Eso duele como una estaca en el corazón. Si, este año parece que no va a ser un año de navidades entrañables entonces, si no hay navidad ¿Qué pasa?
Los críos, los que nos han alucinado por su capacidad de aguante y nos han enseñado que son los héroes de verdad y que se pueden adaptar a salto de mata a eso de quedarse sin cole, sin fiestas, sin apenas verano, han seguido adelante, entonces si nosotros nos quedamos este año sin cena de Navidad, sin esas comilonas de falsedad con los compañeros de trabajo a las que acudías si no podías evitarlo, sin borrachera fin de año ¿Qué pasa?
Este año se ha llevado lo mejor de nosotros, se ha llevado amigos, familiares, recuerdos y la esperanza que teníamos al principio, cuando salíamos a aplaudir a las ocho, en que saldríamos más fuertes, más humanos. El huracán se lo ha llevado todo a cambio de casi nada porque está visto que no escarmentamos, seguimos alimentando las necrológicas con conciertos, fiestas, comidas que no hacen más que transformarse en aumentos en los números de contagio. Seguimos pensando en eso de “salvar las navidades”, las de siempre, como siempre. Podemos salvarlas, sólo dime a cuantos de tus seres queridos estás dispuesto a sacrificar por una cena. ¿De verdad después de todo lo vivido este año horrible; ¿Nos vamos a preocupar por unos polvorones, o por las campanadas de fin de año?
Pues mi respuesta es si. Supongo que después de todo lo vivido ya habremos aprendido a separar el grano de la paja y entender cual es la esencia de las cosas para quedarse con ella. A pesar de todo es el momento de celebrar las navidades, en casa, con los tuyos o incluso contigo mismo. Al fin y al cabo dicen que las primeras navidades debieron ser como esta, en casita (bueno, en el pesebre) con los familiares más allegados (mula y buey incluidos) Es el momento de recuperar el espíritu de la Navidad el de la verdadera Navidad, el que enterramos bajo los regalos, las comilonas o los excesos. El verdadero espíritu ha de resurgir ahora más fuerte que nunca, el espíritu de la esperanza. Navidad es eso, la esperanza de la salvación, el del final de los días oscuros y la llegada de la luz que poco a poco va venciendo a las tinieblas de la noche.
Celebra eso, ten ilusión y esperanza o acabaremos sucumbiendo a “La Nada” de la Historia Interminable. Para eso no hay que salir de casa, piénsalo. . Celebrar que estamos vivos puede ser un homenaje para los que no van a poder hacerlo y puede darnos coraje para seguir en la lucha. Este año lo haremos con los que más quieres, con los que más conoces, con esas personas que has redescubierto estos meses duros de confinamiento, con los tuyos, con los que viven contigo Ya vendrán más navidades; y más fiestas y, más comidas familiares. Ya celebraremos todos juntos el final de esta pesadilla… Lo único importante ahora es que cuando llegue ese día estemos todos… Felices Navidades.