En la vida de las personas hay momentos en los que no se está acertado. Ratos en los que uno suelta una cosa y dos segundos después se arrepiente enormemente de los sonidos que
han salido de su boca. Seguro que a ti te ha pasado alguna vez. A todos nos ha ocurrido, no pasa nada siempre y cuando te des cuenta e intentes hacer como el emérito “lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir” aún así no dudes que volverás a meter la gamba. El problema viene cuando te instalas cómodamente en el gambazo perpetuo y empiezas a soltar una detrás de otra. La cosa se maximiza si eres el líder de un partido que se las daba de centrado.
Hay momentos en los que nos gustaría esconder la cabeza bajo tierra, como los avestruces, y esperar a que pase el bochorno. Así debiera estar Rivera, ese genio que vino a salvarnos de la vieja política y en lugar de eso parece que los está corrigiéndolos pero a peor. Por el
camino que sigue me lo veo en no mucho tiempo rellenando los impresos de afiliación de VOX porque lo que parece claro es que esto es como StarWars, el que sigue la atracción del lado oscuro empieza a hablar raro y acaba faltando al respeto a medio mundo civilizado y ultrajando a las mujeres sin que lleguemos a comprender a santo de qué, igual es la hecatombe neuronal que supone lo de la mudanza a Atapuerca. No consigo entender para qué tanta ansia en buscar la aprobación de un político de otro país, como si lo que dijese un político extranjero tuviese que ser tomado como dogma. Parece que hemos vuelto a los tiempos de José I Bonaparte sólo que esta vez parece que tenemos suerte y el Presidente de la República Francesa se limitará a decir lo que ya sospechábamos, que este hombre suelta lo primero que se le pasa por la cabeza. Digo que tenemos suerte porque Napoleón por menos nos mandaba un ejército.
Pero parece ser que al final ya le vamos viendo el plumero. Rivera era un genio (presunto)
en las ligas de debate de la universidad, habituado a defender el blanco o el negro según cayese en suerte. Eso aquí no nos vale y aunque tenga una escudera dispuesta a tirarse al pozo si hace falta por el «amado lider» que se empeña en justificar esa querencia repentina a Vox y todo lo que eso de retro significa, sin quitarse la etiqueta esa que se pegaron ellos mismos de “centro liberal” pero que empieza a desteñir de manera alarmante. A pesar de eso se empeñan en querer ser agua y aceite al mismo tiempo, mal andamos.
Ya vamos viendo los efectos. Se les desmonta el chiringuito. Se les espantó Manuel Valls y ahora
empiezan las fugas de personajes como el portavoz económico Toni Roldan o el eurodiputado Javier Nart. Esto sólo acaba de empezar, soplan vientos de rebelión interna aunque no tengo claro quién va a liderar las «tropas rebeldes». Al final temo que esto acabe con Rivera y Arrimadas solitos, agarraditos de la mano preguntándose qué les ha ocurrido y cómo es que al final todo quisque se ha dado cuenta de que son un cascarón vacío que la gente ha abandonado a la deriva porque para quedarse con sucedáneos mejor los originales.
Alguien debería pedir tiempo muerto en Ciudadanos y parar los pies a Rivera aunque sea a base de tranquimazines o terapias zen antes de que sea demasiado tarde y no sólo destroce su partido sino que acabe salpicándonos a todos. Espero que no sea demasiado tarde.












que, en teoría acabó allá por el 75 (o eso nos dijeron). Al final parece que lo de antes continúa tan vivo que ya no se si apuntarme a los que les da por pensar que esta democracia no es más que un remake de lo anterior. El caso es por unas cosas o por otras nos está costando sangre, sudor y lágrimas acabar con los restos de la dictadura justo ahora que, sea por lo que sea, se nos había ocurrido intentarlo después de cuarenta años de pasar silbando sobre el tema. Por lo visto los viejos tabús siguen vivos, más que las momias de Cuelgamuros.
recordarlo, ponerle flores o hasta ir a llorarlo sin miedo a que les atropelle un coche en una carretera perdida.
revalidado recientemente su apoyo en las urnas. Igual llegó el momento de aceptar que los tiempos han cambiado y que dejar de perpetuar el conflicto puede llegar a ser entendido hasta como un gesto de ese patriotismo que tanto pregonan y que algunos limitan a las pulseritas.
gobierno por otro, a eso ya nos tienen acostumbrados. Lo que de verdad resulta inquietante es que los magistrados nos dicen, sin despeinarse, que Franco fue el jefe del Estado desde el 1 de octubre de 1936, tres meses después de alzarse contra el régimen que entonces era el establecido, un mes antes de que masacrase Gernika, 